Ante la corrupción, la denuncia
“La corrupción ha llegado a un nivel tal que es imposible que el Estado la enfrente sola, y allí la sociedad civil tiene un papel importante”, ha señalado José Ugaz Sánchez-Moreno, presidente de Transparencia Internacional y quien, como sabemos, lideró la Procuraduría Anticorrupción en el caso Fujimori-Montesinos.
Ugaz pone sobre la mesa un tema fundamental: el de la denuncia. El Estado tiene que ser capaz de implementar canales que permitan a los ciudadanos desvelar casos de corrupción que presencien o de los que sean víctimas, y sobre los cuales puedan aportar evidencias. Sea que la información se reciba vía correo electrónico, una plataforma web o una mesa de partes única, este sistema de recojo de denuncias debe contar con mecanismos efectivos de investigación y de respuesta.
Igualmente importante es proteger al ciudadano de posibles represalias. Por ello, se debería contemplar la confidencialidad en el proceso (es decir, que las personas afectadas no conozcan la identidad del denunciante) e incluso el anonimato, donde el órgano responsable de la investigación no conoce la identidad del denunciante.
En la lucha contra la inseguridad ciudadana, el Gobierno ha implementado la línea *2580, que mantiene en secreto la identidad de quienes alertan sobre el paradero de delincuentes altamente peligrosos y permiten su captura. Esta misma lógica debe trasladarse al combate de la corrupción.
A raíz del caso Moreno, conocido por los peruanos gracias justamente a la denuncia de un ciudadano, el Ejecutivo ha tomado acciones concretas que celebramos, entre las que destacan la convocatoria a la reunión del Consejo de Estado (a la que, increíblemente, no acudió la presidenta del Congreso); la promulgación de la ley de “muerte civil” para los funcionarios públicos sentenciados por corrupción y la creación de la Comisión Presidencial de Integridad liderada por el exdefensor del Pueblo, Eduardo Vega Luna. Este último ya ha anunciado que su labor se centrará en cinco grandes áreas, una de las cuales es, justamente, el fortalecimiento de la denuncia. Las otras cuatro son la mejora de los mecanismos de transparencia, los temas de conflictos de intereses, las contrataciones y adquisiciones del Estado y la impunidad frente a la corrupción.
Hay mucho por hacer, pero lo importante es tener clara la estrategia. Y esta debe involucrar, forzosamente, a toda la sociedad. La corrupción es un problema estructural que debe ser abordado integralmente por toda la ciudadanía, por lo que esos mismos canales de denuncia deberían ser adoptados por el sector privado y la sociedad civil.
Finalmente, de forma complementaria se debe atacar las causas de la corrupción, algunas de las cuales expone la periodista Ximena de la Quintana en su artículo “¿Por qué somos corruptos?“. Es un tema que nos comprometemos a abordar en una siguiente entrega.
Janice Seinfeld
Directora Ejecutiva de Videnza Consultores