El juego interior que convierte a los deportistas en potenciales estrategas en el ámbito laboral
Hace exactamente 44 años, el estadounidense Timothy Gallwey, dio un paso decisivo en el mundo empresarial al publicar el libro “El Juego Interior del tenis”, rompiendo antiguos paradigmas sobre los factores que influyen en el desempeño de un deportista en los momentos de definición, cuando la estrategia y la táctica se pone en juego a su máximo nivel, y todo el trabajo que costó llegar a ese momento clave está por culminarse. ¿Por qué unos aprovechan la oportunidad de liquidar un partido? ¿Por qué otros dejaban escapar triunfos hechos? ¿Qué tipo de decisiones tomaban y qué las influenciaban? Gallwey, en su rol de capitán del equipo de tenis de la Universidad de Harvard, analizó científicamente este comportamiento y sus conclusiones fueron decisivas en el nacimiento del coaching como una herramienta moderna para que hombres de negocios diseñen, planifiquen y ejecuten sus carreras profesionales con suceso.
Gallwey propone como teoría la idea de que “el ser humano tiene unas potencialidades extraordinarias, las cuales están frecuentemente limitadas por los hábitos mentales creados a lo largo de nuestra vida”. Entonces plantea silenciar al “Yo” 1 (la voz interior que juzga nuestros errores) y dejar que el “Yo” 2 (el cuerpo físico, incluyendo el cerebro, la memoria consciente e inconsciente y el sistema nervioso), tome protagonismo en nuestras decisiones.
La concentración y la focalización
Por primera vez, una investigación determinaba que los deportistas competitivos tenían la habilidad de tomar mejores decisiones si lograban alcanzar una etapa de concentración y focalización en la que sus debilidades y temores no eran protagonistas en las decisiones sino que por lo contrario, se privilegiaba la “concentración relajada” por encima de cualquier otra habilidad.
Gallwey, posteriormente acertó cuando llevó esta práctica al campo empresarial y marcó una tendencia respecto a las metodologías para mejorar y optimizar el rendimiento de los ejecutivos a través del coaching, incluso posteriormente publicó el libro “El Juego Interior en el trabajo”. “Los deportistas competitivos son personas que han adquirido virtudes muy importantes para el desarrollo de funciones propias de las empresas. Los deportistas de disciplinas individuales saben lo que es la constancia, el afán de superación, la iniciativa, la concentración y la toma rápida de decisiones. Los que practican deportes de equipo tienen todo eso, pero además gozan de visión de conjunto, generosidad y lealtad”, sostiene Sandalio Gómez, que dirige el Center for Sport Business Management de IESE en España y fue deportista olímpico de Vela en Munich 1972.
El Juego Externo e Interno
Los ejecutivos también disputan dos juegos diariamente, el Juego Externo, del que se desprenden factores y actores que a veces no se pueden controlar como una mala decisión de un compañero, un cliente moroso o que uno de tus mejores talentos reciba una mejor oferta de tu principal competidor. Es el Juego Interno, el mental, el que sí podemos tener verdadero control y que nos lleva a tomar mejores decisiones. “El problema no es que no sepa qué hacer, ¡el problema es que no hago lo que sé!”. El Juego Interior es, justamente, saber cómo desarrollar estas habilidades interiores para utilizar de forma natural todas nuestras habilidades adquiridas.
Entonces, si el deporte competitivo, trabaja en las personas la habilidad de llegar a un estado concentración y relajamiento, ¿podemos afirmar que la práctica deportiva competitiva desarrolla habilidades para tomar mejores decisiones? Sobre este punto, los profesionales más académicos podrían afirmar con consistencia que para tomar mejores decisiones debemos acumular la mayor cantidad de información posible a través del estudio y la experiencia. Y la información se obtiene mediante la investigación científica y la práctica en el mundo real. En muchos casos, a los atletas, el deporte los ha alejado de las aulas. “A muchos les falta una formación básica y carecen de la costumbre de trabajar en ambientes diferentes. Además, a veces no llegan a asumir que ya no están en la élite y tienen actitudes egoístas o la necesidad de destacar. Si no hay una adaptación, muchos se acaban estrellando”, opina Gómez.
Como conclusión, debemos juntar la excelente preparación académica, experiencia laboral y el manejo mental en situaciones claves como la combinación perfecta de un ejecutivo con la capacidad estratégica para tomar mejores decisiones en el ámbito laboral. Lo que es cierto además, es que los deportistas están acostumbrados a trabajar sobre presión de resultados, tienen más energía porque llevan una vida sana, son resilientes, se les exige siempre una actitud ganadora, a trabajar en equipo o a ser estratégicos. ¿No son acaso virtudes que tanto se valoran en los gerentes de las grandes corporaciones?