El cine hecho por mujeres en Perú empieza a ganar protagonismo
A nivel global, y en los últimos años, el número de producciones escritas y dirigidas por mujeres ha aumentado. Al margen del talento innato y la sensibilidad de las propuestas de las artistas, entre los factores que también han motivado una mayor visibilización de estos trabajos están el movimiento MeToo y la exigencia social para una mayor participación de mujeres en cargos decisivos al interior de la industria cinematográfica. Si bien es cierto que la calidad de una película se mide por sus méritos artísticos y no por el género de quien la desarrolla, es inevitable no dejar de reparar en que hay una menor participación femenina.
En Perú, la cantidad de películas escritas y dirigidas por mujeres también se ha incrementado durante la última década, tanto en los circuitos comerciales como alternativos, pero eso no quiere decir que siempre van a desarrollar una temática desde la perspectiva femenina.
La perspectiva masculina
Otro aspecto que vale la pena remarcar son los estereotipos sobre la construcción de los personajes encarnados por damas. Si bien con el paso de las décadas han ido cambiando, para la crítica Mónica Delgado la mirada inclusiva todavía es escasa y la pequeña proporción que sí fija cierto interés está arraigada en cierto sector del cine hecho por mujeres. Delgado refiere que estos aspectos todavía no han sido discutidos de manera seria en nuestro país. Asegura que la percepción de la gente es que el debate pasa por una responsabilidad femenina.
“Además, es un tema de formación. Lo he mencionado varias veces, no se puede deslindar rápidamente, sobre todo de los modos de producción, cómo se hacen las películas acá o cómo se hacen las películas en Hollywood. Muchas veces no pasa solo por la paridad, por cuántas mujeres están detrás de cámara, cuántas mujeres están trabajando en el sector audiovisual, sino también qué tipo de paradigmas o representaciones se siguen fortaleciendo más allá de que las mujeres siguen tomando roles más importantes”, anota la crítica.
Delgado asegura que los espacios de enseñanza, en cualquiera de los niveles, sirven para abrir el debate y promover un sentido de igualdad que debería ser aprovechado sin necesidad de caer en un rol de agente fiscalizador. Remarca que tampoco se discute en los ámbitos universitarios o estudiantiles sobre qué significa el poder de las imágenes para las mujeres, sobre todo para las niñas. Sin embargo, aclara que tampoco debería haber censores que funcionen como “una policía de contenidos”, pero sí, por lo menos, repensarlo a la luz de los contextos y también a la luz de lo que ofrecen las currículas, sobre qué están formando los nuevos y las nuevas integrantes de la comunidad audiovisual.
Es claro que desde los inicios de la industria cinematográfica, la construcción del rol femenino ha estado influenciado por los hombres que, a la vez, han formado un público con perspectiva masculina. Pero, ¿en realidad existe una mirada masculina? El término fue acuñado en 1975 por Laura Mulvey y se asocia a las imágenes de las mujeres en el mundo del arte que son construidas por un ojo masculino como una expresión del propio deseo masculino. Para el crítico de arte John Berger la mayoría de las imágenes, fijas o en movimiento, están hechas para ser vistas por los varones y ello determina las relaciones entre hombres y mujeres. Además, crean y transmiten ideologías que por siglos han sido parte del pensamiento dominante. Delgado coincide con estos postulados y agrega que este debate trasciende a la mirada masculina.
“Hay muy pocas películas, en general, de las que se consideran mainstream, que apuntan hacia una espectadora, no solamente desde el punto de vista del deseo sexual, sino un tipo de agencia, un tipo de empoderamiento, un tipo de representación que nos ayuden a reflexionar nuestro lugar, incluso dentro del sistema audiovisual”, enfatiza la entrevistada.
Mirada de mujer
Canción sin nombre es la película peruana más reconocida de los últimos tiempos. Ha ganado más de 70 premios en 100 festivales de todo el mundo. El film cuenta la historia de Georgina, una mujer migrante que busca nuevas oportunidades en la capital huyendo de la violencia terrorista. No obstante, el infortunio será la cruz que deberá cargar desde su arribo a Lima. Tras un parto apresurado y sufrido, las parteras que atienden a la joven desaparecen con la criatura recién nacida. De esta manera, su cruzada se topará con los obstáculos de la indiferencia y la injusticia. Melina León, directora del film, construye un personaje que reivindica a la mujer andina y otorga una mirada potente dentro de la corriente del cine hecho por mujeres en nuestro país, aunque ella misma alega que su trabajo tiene más enfoques para analizar.
“Las mujeres, históricamente, no hemos tenido la palabra, no hemos tenido el poder. Entonces, nunca va a ser igual lo que diga una persona que desde que nace experimenta y ve al mundo desde un lugar más masculino. En tiempos recientes, por citar un ejemplo, se espera de nosotras que estudiemos una carrera y casi nos aplauden por eso. No se espera que una mujer se saque el premio Nobel, se saque el Oscar, se vaya a Cannes, nadie está esperando eso. La sociedad no está esperando eso de nosotras, está esperando que tengamos hijos, que atendamos bien la casa, eso sí se nos reclama”, destaca la realizadora.
Para León, también existen mujeres que han tenido que aceptar los lugares que impone la predominancia masculina por una cuestión de comodidad o para encajar con el sistema. Sin embargo, es optimista y cree que poco a poco el papel de la mujer dentro del campo audiovisual irá creciendo, por ejemplo, a través de las opciones para competir en los concursos promovidos por el Estado.
“Ahora la Dafo (Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios) ofrece muchas posibilidades y ya entró la perspectiva de género al ministerio y a los concursos. Desde hace algún tiempo, los jurados no son solo hombres como solía ser y nadie decía nada. En esta década, no hace 50 años, presentabas tu proyecto y te dabas cuenta que el jurado estaba integrado por cinco tipos blancos de 70 años, y tú decías, no tengo chance, no voy a ganar, y además eran peruanos, peor todavía; pero ahora esto es internacional y no todos son hombres, ya hay como que equilibrio, entonces pienso que tengo esperanzas.
La exploración feminista
Una vez terminada la universidad, Camen Rojas Gamarra viajó a España para hacer un Master de Documental y Cine Experimental. Su proyecto final consistió en un documental sobre la movida punk feminista en Madrid, asociada al movimiento Riot Grrl. Hace tres años, este trabajo fue potenciado y titulado Brujas. Generó el reconocimiento de la crítica y muy buenos comentarios en el extranjero, sobre todo en Argentina cuando la película se exhibió en el BAFICI, el festival de cine independiente más importante de América Latina. Antes de empezar Brujas, Gamarra tenía una idea muy específica de lo que es el feminismo y el cine hecho por mujeres, pero a partir de la exploración impulsada por su proyecto se dio cuenta que el mundo feminista tiene diversas formas de percibirse.
“Yo creo que esa mirada feminista me hizo entender que hay diversos puntos de vista incluso dentro del mismo movimiento. Es algo que sigue pasando hasta ahora. Yo todavía sigo reflexionando sobre mi propio feminismo, si lo que veo actualmente es algo en lo que me veo representada o ya no. Creo que, sobre todo, hace que cuestione absolutamente todo”, indica la directora.
El cuestionamiento del que habla Gamarra alcanza una mirada femenina que atraviesa los aspectos sociales y económicos dejando atrás las construcciones convencionales que por muchos años nos ha dado la televisión y el cine peruano.
“Hay que tener cuidado de no hacer este típico retrato de una mujer privilegiada, blanca, “limeñita”, sino tratar de abrir esas posibilidades un poco más y cuestionar absolutamente todo, desde todas las decisiones que tienen que ver con tu personaje, con las locaciones, incluso con el mismo equipo con el que trabajas; por eso, incluso para nosotras es importante trabajar con mujeres en nuestro equipo técnico”, revela Gamarra.
Hace algunos meses, una serie de denuncias públicas en redes sociales dieron cuenta de lo incómodo que podía ser el trabajo cinematográfico para algunas mujeres en producciones mayoritariamente compuestas por hombres. Gamarra asegura que existen temas fuera de lo artístico, como el acoso, que impiden una visibilización mayor de las miradas femeninas o un incremento de la participación de mujeres en las producciones locales.
“Últimamente estamos siendo más conscientes de estas denuncias de acoso y de abuso sexual por parte de trabajadores del sector, donde directores de foto, directores, guionistas, productores, actores, tienen denuncias pero no pasa nada, en la claqueta en lugar de poner el nombre entero se ponen las iniciales para que nadie pitee y siempre dicen que no denuncies porque vas a arruinar la carrera de este hombre y, al final, pasa todo lo contrario, a las mujeres son a las que nunca más las vuelven a llamar para trabajar porque son complicadas. Eso no quiere decir que no hayan hombres muy capos con los que es súper paja trabajar, pero tratamos de que sea un equipo técnico de mujeres, nos hace sentir mucho más seguras”.
Más allá de los problemas causados por malos elementos del circuito audiovisual, queda mirar con optimismo la creciente, aunque todavía lenta, participación de mujeres en cargos de toma de decisiones como guionistas, directoras o productoras. Además, seguir con detenimiento aquellas propuestas femeninas que otorgan una perspectiva distinta a la que estamos acostumbrados, siempre con la intención de difundir nuevas ideas y procurar espacios de igualdad.