Malas Prácticas en la Investigación en el Perú
Durante los últimos años, en el Perú, hemos visto un crecimiento en las publicaciones de artículos científicos en revistas indizadas en las bases de datos Scopus y WoS. Aparentemente, resulta una extraordinaria noticia; sin embargo, si evaluamos a profundidad, descubrimos que muchos de los profesores han publicado sus “investigaciones” en revistas que se encuentran cuestionadas por el mundo académico.
Para relacionar esto al mundo de los negocios, imaginemos que una empresa cierra su primer año de operación con una utilidad neta de s/5000 y que, en el siguiente año, pasa a cerrarlo con una utilidad neta de s/50 000 000. Cualquier gerente que estuviera a cargo de esa operación se haría la siguiente pregunta: ¿cómo lo logró? O, si una persona corre una maratón en 15 horas y pasa a correr la misma maratón en 1.5 horas (en menos de 1 año), también nos preguntaríamos lo mismo.
Esto también viene sucediendo en la investigación. Hemos visto que docentes que publicaban 1-2 artículos científicos en revistas indizadas en Scopus y en WoS al año, actualmente, publican más de 100 artículos científicos. A primera vista, podríamos suponer que el docente es extrememandamente productivo; sin embargo, cuando analizamos la manera en la que publica, resaltan varios factores: a) principales autores con los que publica, b) áreas temáticas; c) estructura del artículo; d) robustez del artículo muy baja; d) nombres de las revistas, e) etc.
Las personas que trabajamos en el mundo empresarial enseñamos e investigamos. Sabemos que el factor más escaso es el tiempo, ya que tenemos que cumplir con todas nuestras obligaciones. Reconocemos, también, que realizar una investigación seria es muy demandante y que no se logra de un día para otro. A su vez, los resultados no dependen de uno, sino de las revistas científicas, por lo que a veces pueden pasar meses sin recibir respuesta.
¿Por qué resulta atractivo publicar tanto? La dinámica es la siguiente: las universidades reconocen las investigaciones con un bono que equivale a un monto de dinero establecido (varía de acuerdo a la universidad). Imaginemos que un “docente estrella” publica, al año, 100 artículos científicos, y que cobra, por artículo científico publicado, s/10 000. Este “docente estrella”, solo por publicar, estaría recibiendo un monto de s/1 000 000 al año; si dividimos esta cifra entre 12, el docente en promedio recibiría más de s/83 300 soles mensuales. Adicionalmente, esta cobra por hora de dictado, asesoría de tesis, participación como jurado, etc. Además, puede trabajar a tiempo parcial en una empresa, lo cual eleva su sueldo mensual.
Aterricemos lo anterior en un ejemplo concreto. Imaginemos que un docente publica en una revista que tiene prácticas predadoras y cobró un monto por publicación, por ejemplo, en la Revista de Filosofía (Venezuela), que fue retirada de la base de datos Scopus recientemente. Lo interesante del caso es que docentes que conocen los cuestionamientos de la revista han publicado en ella y han cobrado el bono. Imaginemos que el docente “X” publicó 8 artículos, cobró s/10 000 por artículo y cobró s/80 000 soles a la universidad. Hoy, la inversión que hizo la universidad no vale nada y no se pueden mostrar esos 8 artículos en su producción científica anual, mucho menos ante acreditaciones internacionales. Lo que cobró el docente, probablemente, ya lo gastó viajando a otro lado o comprando algún bien material.
Por estas razones, las universidades deben garantizar la investigación científica de calidad, y no ver solo el número; deben ser más rigurosas. No sirve que el docente estrella publique 100 artículos si la rentabilidad para la universidad es bajísima y que, más aún, genere cuestionamientos éticos para la universidad, ya que la información es pública y podría atentar contra la imagen institucional. Nuestra labor como docentes es formar a personas éticas en diversos campos, motivarlos a convertirse en su mejor versión y darles soporte. Definitivamente, con ese tipo de malas prácticas, el Perú no puede avanzar.