Economía y decisiones públicas
¿Por qué muchas decisiones económicas son consideradas por muchos como equivocadas? Las decisiones dependen de las características del entorno, pues la economía no funciona en un vacío.
Imaginemos que se decide aumentar el gasto público para enfrentar la pandemia (algo que realmente se ha hecho)? ¿Qué sucede si estalla una crisis política o si el gobierno regional encargado de implementar el gasto no es capaz de hacerlo? Pues la decisión no necesariamente estuvo mal, sino la implementación. ¿Y por qué hubo problemas con la implementación? Porque el entorno institucional, es decir, la organización y capacidad de gasto del ente subnacional no es el adecuado. ¿Y esto por qué pasa? Las preguntas pueden continuar indefinidamente hasta que encontremos las causas últimas. Y solo atacando aquellas podemos lograr los objetivos iniciales de la decisión económica. Entiendo que por la urgencia debemos buscar soluciones temporales. Más adelante, busquemos las causas sin creer que ya sabemos la verdad.
La primera lección es que no se trata solo de gastar más, como la mayoría pide, sino incluir en el documento que sustente ese gasto (venga del ejecutivo o del legislativo), cómo se va a gastar y qué instancia gubernamental lo va a hacer. Además el gasto se financia con dinero que viene de algún lado.
En el camino de la decisión existen muchos intereses personales de acelerar o demorar el gasto. Los fines se resumen en una palabra: corrupción. ¿Cómo lo aceleramos? Mientras se mantengan las cosas como están no hay forma de hacerlo. Así de contundente.
La segunda lección es que si algo “siempre fue así” es difícil cambiarlo. Las reglas de juego en Perú poco o nada se respetan y así es poco lo que puede hacer una decisión en economía. Fíjense en los países en los que esas decisiones han tenido éxito y analicen la evidencia (esto es clave): ¿qué nos hace diferentes? ¿Por qué aquí no funcionan y ahí sí?
Ser un funcionario público implica servir al país. Quien no está dispuesto a hacerlo tendría que dejar la función. Si prefiere estar en el sector privado está bien, pero que no siga aparentando que se preocupa por todos desde el estado.
La tercera lección es que todos tenemos incentivos y motivaciones para actuar. El Estado no es una agencia de empleos.
En cuarto lugar, para que una economía funcione, deben operar mercado y estado. El mercado genera riqueza y con los impuestos que paga, el Estado redistribuye en educación, salud, etc. ¿Por qué se señala a las empresas que logran no pagar impuestos como las culpables? ¿No será que no tenemos un Estado capaz de cobrarles? ¿Y por qué pasa esto?
La cuarta lección es que mientras que no tengamos a un Estado que haga su trabajo, no solo no existirá un modelo económico ni nada por el estilo, sino un sistema mercantilista en el que algunos con conexiones con el Estado logran sus objetivos. Nada más alejado de una economía social de mercado. No nos engañemos más buscando soluciones facilistas que no llevan a nada. Solo a que un par de meses después de aplicada la supuesta solución suframos otro desengaño.