¿Cómo evaluar el mensaje presidencial?
En los últimos días hemos escuchado y leído diversas opiniones sobre el mensaje presidencial. Algunas a favor, otras en contra, muchas de ellas centradas en lo que faltó o en lo que sobró, etc. Todas tienen en común que se trata de opiniones o juicios de valor. Y siempre que cualquiera de nosotros opina sobre algo, debemos respetar el punto de vista así sea distinto. No podemos imponer la opinión propia como correcta. Discrepar sí, pues es parte de la democracia. Basarnos en datos, mejor aún. En el tema de lo que debería hacerse, depende de cada uno. Por eso me permito dar mi opinión, solo en algunos puntos.
En primer lugar, hay momentos de la historia en los que es necesario plantear escenarios de largo plazo; por ejemplo, qué reformas son necesarias de hacer o cómo queremos que sea el Perú en 2036. Existen otros, en los que sobresalen urgencias que hay que abordar; desde luego, todo depende de qué sea urgente y eso, otra vez parece depender de cada uno. Si vemos los últimos datos, Perú enfrenta este año el peor colapso económico desde 1880. Además, con cifras actuales, estamos entre los 8 primeros países del mundo con mayor número de contagiados. La discusión sobre el lamentable número de fallecidos va desde 17,000 (dato Minsa), hasta los 40,000 del diario londinense Financial Times. Por último, hemos tenido más de 130 día de confinamiento y el empleo se ha desplomado.
En esas circunstancias, me parece que tenía que haber una autocrítica; ¿Por qué luego de un confinamiento tan largo somos top ten en el número de contagiados? ¿Por qué la economía y el empleo caen tanto? Esto era necesario, pues era la única manera de trazar un camino realista (con el que podíamos discrepar), hacia la solución de esos problemas. Hacer más de lo mismo no podía llevarnos a esperar un resultado diferente. Por eso es importante la autocrítica; de lo contrario haremos más de lo mismo.
En segundo lugar, hubo anuncios positivos en el papel. Sin embargo, tenemos el derecho de preguntar cómo se lograrán esos resultados. Si se van a entregar más bonos, surgen dos preguntas: ¿tienen un padrón distinto del anterior para definir a quiénes se les entregará? ¿Cómo se van a entregar? ¿Más aglomeraciones en los bancos y ahora en los transportes? También veo positivo que se anuncie que hay en cartera 57 mil millones de dólares en proyectos mineros. ¿Cuáles se priorizarán y cómo se trabajará con los conflictos locales, más aun si hace unos días se quemó un camión que salía de una mina? La población exigía que la minera les entregue un bono de 1000 soles por persona. ¿Y el Estado que se supone que debe salvaguardar la estabilidad?
En tercer lugar, ¿cómo se va a apoyar a las MYPES, que generan bastante empleo? En Perú, 7 de cada 10 trabajadores son informales; ¿qué se hará con ellos? Muchos sostienen que para eso está Arranca Perú; el mencionado programa es temporal y manejado por los gobiernos regionales, que ni siquiera han usado todo el dinero disponible para luchar contra la pandemia. Tengo mis dudas de quiénes serán beneficiados.
En cuarto lugar, estoy de acuerdo con los esquemas de gobierno a gobierno para realizar una serie de proyectos, como las líneas 3 y 4 del metro, la carretera central, 75 colegios, 44 hospitales y 24 proyectos de saneamiento. Es un reconocimiento explícito que el gobierno, confundido en su frondosa burocracia, no es capaz de hacerlo. Es un llamado a una mejora en el funcionamiento del Estado.
En quinto lugar, el objetivo del mensaje debió estar centrado en cómo recuperar el empleo. Eso es lo urgente. En paralelo, explicar cómo se va a detener la pandemia, pues si seguimos así, no se podrá abrir la economía y como consecuencia la recuperación será muy lenta.
Por último, hablar en un lenguaje más simple, para que toda la población lo entienda y no cambien de canal después de los primeros 15 minutos. Lo simple es lo que queda; lo complejo, por muy útil que sea, no queda en la cabeza de nadie.