La nueva era de la Imagen Personal
Después de tantos años dedicada al mundo de la imagen, he visto cómo ha cambiado todo.
Cuando comencé en el 2011, recuerdo que la imagen personal se asociaba casi exclusivamente con “verse bien”: la ropa adecuada, los colores favorecedores, el atuendo correcto para cada ocasión. Era un enfoque estético, casi superficial.
Pero con el tiempo —y con la experiencia de acompañar a cientos de personas y equipos— entendí algo mucho más profundo: la imagen no solo se ve, se siente.
Y cuando esa imagen está alineada con quién eres y hacia dónde vas, se convierte en una poderosa herramienta de influencia, bienestar y autenticidad.
Hoy, casi a punto de cerrar el 2025, hablar de imagen personal es hablar de identidad, propósito y coherencia. Ya no se trata de “verse bien”, sino de mostrarse real, preparado y consciente.
La nueva imagen personal integra tres dimensiones que hoy más que nunca están entrelazadas: la profesional, la personal y la social. Desarrollemos cada una de éstas y veamos cómo están integradas entre sí.
En lo profesional: la imagen como estrategia de influencia
En un entorno donde todos estamos visibles —presencial o digitalmente—, la imagen se ha convertido en una forma de liderazgo silencioso. No hace falta hablar fuerte cuando tu presencia comunica confianza, claridad y autoridad.
La nueva profesionalidad no busca rigidez, sino autenticidad estratégica: una forma de vestir y comunicar que respalde tu mensaje, sin perder tu esencia. Ya no se trata de sólo de adaptarse al código corporativo, sino de enterlo, adaptarlo y de proyectar la mejor versión de tu rol, desde tu propio estilo.
El poder está en vestir tu liderazgo con intención.
En lo personal: la imagen como reflejo de bienestar emocional
Hoy entendemos que la ropa también afecta cómo nos sentimos, nos concentramos y nos relacionamos. Cada elección de color, forma, textura, combinación, estilo, tiene un impacto emocional en nosotros mismos. Por eso, vestirse ya no es solo una acción estética, sino una práctica de conexión con uno mismo.
Hay días en que necesitamos energía, y elegimos un color vibrante. Otros, calma, y buscamos tonos suaves o neutros. La imagen personal se ha convertido en una forma cotidiana de autorregulación emocional.
Vestirse con conciencia es también una manera de decir: sé quién soy y elijo cómo quiero sentirme hoy.
En lo social: la imagen como narrativa y reputación
Nuestra imagen ya no se limita a lo presencial. Vivimos en una era donde la percepción se construye a través de múltiples pantallas, interacciones y espacios. Tu estilo, tu lenguaje, tu manera de comunicar y comportarte forman parte de una narrativa más amplia: tu reputación visual.
Hoy se valora la coherencia entre lo que mostramos online y lo que transmitimos en persona.
Y más aún: se valora la autenticidad. Las personas y las marcas con propósito, estética consciente y mensajes reales son las que conectan de verdad.
La nueva definición de imagen personal
Te propongo que te plantees como objetivo en este 2026, que tu Imagen Personal sea percepción con propósito. Que integre aquello que que proyectas, lo que eres y lo que eliges comunicar.
Ya no sólo buques “verte bien”, sino, más que todo verte coherente, sentirte auténtico y proyectar intención.
La verdadera elegancia está en la coherencia. Y la verdadera autoridad, en la calma de quien se conoce y se muestra con integridad.
En esta nueva era, la mejor imagen no busca impresionar, sino expresar. No se disfraza, se alinea. No se impone, inspira.
¡Hasta la próxima!

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