Capitalismo consciente
Desde hace unos años se ha difundido un movimiento muy interesante a nivel mundial que se ha denominado “capitalismo consciente”. En resumen, esta corriente involucra que la empresa no solo se mire en el espejo de la rentabilidad para los dueños de la empresa, sino que también mire alrededor. Es decir que, sobre la base del propósito -que a su vez involucra un concepto superior a los de misión y visión- la empresa tenga en cuenta a los “otros” (stakeholders) que antes eran ignorados si es que no representaban un número en la ganancia. De ahí que también se le conozca como capitalismo stakeholder.
¿Qué significa “mirar” a los stakeholders? Es involucrarlo esencialmente en el proceso de toma de decisiones y, en general, en todo el desarrollo de la actividad empresarial. Esto determina tener un mantra que, constantemente, se repita una y otra vez en la cabeza de los empresarios y en todos los componentes de la cadena; un mantra que diga más o menos lo siguiente: “debo de generar rentabilidad y, a la vez, procurar ayudar a los demás”. Un equilibrio muy importante que requiere constancia y claridad.
El punto central de resistencia en toda esta corriente, según mi experiencia y percepción, está claramente dirigido al manejo del concepto de libertad. Algunas personas ven con recelo la presunta “imposición” de la regla de pensar en alguien más que no sea en sí mismos. Por eso cuestionan y, ciertamente, les molesta que “alguien” les diga qué hacer y cómo dirigir sus propios negocios.
Aquí es donde viene la verdadera raigambre de este movimiento que, en realidad, es un capitalismo ejercido de manera ética. La ética mínima, en conjunción con el concepto de libertad, podría resumirse en aquella frase de Fernando Savater de no hacer daño a nadie. Ser libre y no hacer daño a nadie ya es un avance. Aun así, el capitalismo consciente intenta ir un poco más allá y no solo no dañar a nadie, sino incluso buscar ayudarle. De esto que su naturaleza voluntaria debe mantenerse en el tiempo porque lo contrario se corrompería. El capitalismo es, debe ser, voluntario, fundamentado en la auto regulación y, siempre, rentable. Cuesta mucho creer que estas palabras son posibles, pero no es imposible, hay empresas que ya lo demuestran a nivel mundial como auténticos casos de éxito.
¿Cómo hacer consciente la práctica? Pienso que es importante comenzar desde arriba para irradiar a todos los niveles de la organización. Hace tiempo lo propuse, empezar con un primer acto trascendente, tener una silla en el directorio que represente la consciencia de la empresa, que intente ser una consciencia moral en la toma de decisiones; claramente una silla muy incómoda. Esta silla nos dirá, ayudará, a distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. Seguramente, con algunos errores porque la ética parte de la humildad. La finalidad es ir más allá de esos errores y caminar a la plenitud del propósito que antes he mencionado.
Señor empresario, atrévase. El reto está ahí flotando en el aire de la actualidad. Seguramente al principio podrá costarle la decisión, pero luego se dará cuenta es perfectamente sostenible y rentable.
Lima, 30 de septiembre de 2020.