EMPRESARIOS DEL MUNDO, UNÍOS
Empresario no es solamente el que tiene una gran corporación, también lo es el que, por ejemplo, vende periódicos en la esquina.
Empresario no es el que instrumentaliza al cliente para generar riqueza, es el que depende del aquel -genuinamente con hechos y coherencia- y entiende que este es el que le genera la riqueza.
Empresario no es el que se vale de la informalidad para “cruzar la línea” según sus necesidades, es el que, a pesar de todo, se esfuerza para cumplir la norma (aunque esta incluso no esté escrita o promulgada).
El mundo de hoy, aparentemente, se encuentra convulsionado, las razones para entender las múltiples protestas vienen de un solo origen: la ética. Distribución inequitativa de la riqueza y de las oportunidades, corrupción sistémica, etcétera, son todas protestas éticas. Más allá de que estén sustentadas o no, el mundo necesita ética.
En ese contexto los jóvenes -que son el elemento común a todos esos eventos- han encontrado una forma de expresarse a través de la violencia. Y la violencia implica también otra trasgresión ética, el no respeto por los demás.
¿Por qué el empresario debería inmiscuirse en estos asuntos? Porque, salvo algunas conductas iluminadas, solamente cuando se está en condiciones de generar riqueza se puede pensar con tranquilidad en el entorno, en los demás. Antes, simplemente, las personas se encuentran en muchos casos en una situación de supervivencia en la que exigir conductas éticas muchas veces determina heroísmo o santidad.
Ahora, esto no debe de llevarnos a pensar que el empresario es el único que puede lograr los cambios, esto sería cómodo e irresponsable. Me refiero a la vocación de liderazgo, aquella que gesta los cambios en el mundo, alguien tiene que impulsarlos y sostenerlos.
Por eso repito, empresarios del mundo uníos para enseñar que la riqueza se puede generar por esfuerzos correctos y no con trampas, que no somos “mercas” sino verdaderos impulsores éticos de la productividad humana. Salgan a decir que el “modelo” no tiene que ser cambiado ni re pensado, simplemente tiene que volver a su origen.
Empresarios del mundo, salgan a reconocer que ese poder que ostentan también implica vulnerabilidad y que si se han cometido errores se puede echar mano de una nueva acción que represente genuinamente la re invención; sin límites, sin cálculos, real.
La riqueza no es mala, simplemente está desprestigiada y hoy parece ser un elemento de infracción, de señalamiento, de estigma. Cuando la riqueza ha sido éticamente generada entonces debe ser resaltada, sin miedo, como modelo para otros y no como un yugo. Por eso la mejor muestra de la convicción como mujeres y hombres de empresa es salir sin temor porque se ha actuado correctamente desde el origen.
El mundo necesita pensar en los demás sin caer es imposiciones absurdas que tienden a limitar la prosperidad del empresario. Es ahí en donde también ingresa el espíritu solidario: no en regalar pescado, sino en enseñar a pescar. El mundo necesita que salgan, unidos, transparentes y con ética.
Lima, 27 de noviembre de 2019
Eduardo Herrera Velarde.