Para después de la emergencia
Después que pase la emergencia originada por el Niño Costero y que la prioritaria atención de la opinión pública, mediática y del gobierno se orienten hacia otros desafíos del momento; pocos se acordarán de las tareas que hay que desarrollar (además de las referidas a la indispensable reconstrucción) para minimizar los efectos del próximo fenómeno del Niño; o los del megaterremoto que se viene anunciando desde hace años.
Y ,como es de esperarse, el Gobierno no puede ser un eficiente supervisor de ciertas tareas que le corresponden. Es en estos casos que los representantes de la sociedad civil deben de encargarse de efectuar un estrecho seguimiento de los objetivos y metas que el Gobierno se fije en determinados campos, como por ejemplo el minimizar los efectos de futuros eventos del Niño. La idea es que si esta responsabilidad recae en instituciones de la sociedad civil, estas tendrían la suficiente independencia para señalarle al gobierno de turno las ausencias o retrasos en el cumplimiento de las numerosas tareas requeridas para lograr el objetivo deseado. Asimismo la continuidad en el tiempo de estas tareas estaría garantizada, ya que no se vería afectada por los cambios de gobierno y las posibles modificaciones de prioridades. Existe desde hace muchos años un mapa de los lugares en los que se producen las inundaciones, donde con mayor recurrencia se presentan los huaycos u otro tipo de desastres naturales ( terremotos, tsunamis) , el que debe de actualizarse con las experiencias por las que estamos atravesando. También existen proyectos orientados a prevenir estos desastres; como por ejemplo la implementación de una serie de reservorios a lo largo del territorio nacional en los que se almacenen las lluvias en épocas como las que estamos atravesando; dotando además de agua en las épocas de estiaje. O eficientes sistema de drenaje para las principales ciudades del norte, trasladar los asentamientos humanos en zonas de peligro e impedir que retornen, etc.
Y para que los futuros proyectos sean eficientes y duraderos en el tiempo, lo último que necesitamos es avanzar a como dé lugar, exonerándose de indispensables etapas; violando procedimientos establecidos . Lo que se requiere es un mínimo de planeamiento, de una clara y meditada hoja de ruta de cuál es la mejor manera de reconstruir las ciudades del norte del país; ya que el calentamiento global ha llegado para quedarse e intensificarse en el futuro. Ya hemos tenido suficientes ejemplos de adonde nos conduce el no evaluar los errores del pasado, los apuros y exoneraciones a los que hemos estado sujetos, impulsados por intereses creados y la corrupción.
Además existen otras áreas que se encuentran en otro tipo de emergencia y que podrían entrar dentro de esta especie de supervisión de la sociedad civil al gobierno, como por ejemplo es el tema de los megaproyectos. La dolorosa experiencia por la que estamos atravesando en esta materia , los evidentes errores y/o delitos que se han cometido en el pasado en diversos megaproyectos, deberían de enseñarnos que este tipo de situaciones no se pueden volver a repetir, o al menos minimizar los daños. Para lo cual el seguimiento resulta fundamental desde la etapas iniciales del proyecto .
En estos momentos de crisis de diverso tipo, resulta fundamental que los medios, la academia y otros representantes de la sociedad civil colaboren para impedir que volvamos a cometer los errores del pasado.