Redacción Gestión

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La tecnología ha cambiado significativamente la manera en cómo manejamos nuestras finanzas personales. Las empresas pagaban la nómina en efectivo; ahora lo hacen mediante depósito directo a nuestra cuenta. Antes no podíamos elegir en qué banco; hoy existe la portabilidad.

En el pasado, casi cualquier pago se hacía a través de cheque. Hoy muchas personas lo hacen en línea, mediante transferencia interbancaria (aunque, irónicamente, muchos bancos las cobran a un precio relativamente alto, a la vez que permiten emisión de cheques sin costo). En la mayoría de los casos podemos hacerlo desde nuestro celular, de una manera cómoda, sin necesidad de estar en nuestra casa u oficina.

Aunque no es una práctica muy extendida (por el costo que cobran los bancos), muchas cosas se pueden domiciliar. Asípodemos hacer aportaciones voluntarias a nuestra afore de manera automática, casi sin sentirlo. Lo mismo en Cetesdirecto y en algunas operadoras o distribuidoras de fondos de inversión.

También encontramos Casas de Bolsa que han desarrollado aplicaciones que permiten operar en línea, desde nuestro celular. Lamentablemente son pocas (las demás están atrasadas en el aspecto tecnológico).

Sin embargo, nos falta muchísimo. No podemos domiciliar el pago de una tarjeta de crédito o hipoteca de un banco distinto. No existen servicios en línea que concentraentoda nuestra información financiera de instituciones distintas para ver nuestro patrimonio y el desempeño de nuestras inversiones en un solo lugar. Tampoco se conectan a aplicaciones especializadas en el manejo de nuestro dinero. Los bancos simplemente no permiten la conexión a pesar de que existen protocolos extremadamente seguros para ello (en Estados Unidos esto es muy común desde hace más de 10 años).

Aunque hoy casi todo el mundo puede invertir en fondos de inversión, han dejado desde hace tiempo de ser la mejor opción para los pequeños y medianos ahorradores. Porque siguen siendo muy caros, y hoy en día hay mecanismos mucho más eficientes, como los ETF. Aunque no es tan fácil operarlos, particularmente muchos de los que cotizan en el SIC, porque tienen poca operatividad en el mercado local (incluso algunos de los más grandes).

En cuestión de seguros también hay innovaciones. AXA, por ejemplo, ha sacado una aplicación que permite a un cliente que tuvo un siniestro de auto ser localizado y visualizar cómo va llegando su ajustador (de una forma similar a Uber). No sólo eso, sino ver nuestras pólizas, pagarlas en línea, localizar proveedores de distintos servicios, entre muchas otras cosas.

A pesar de todos estos avances tecnológicos, la cultura financiera sigue siendo muy escasa. La gente no sabe cómo manejar su dinero, sus tarjetas de crédito. Mucho menos cómo ahorrar o invertir de manera inteligente, para ir construyendo un patrimonio.

Hay servicios como Piggo que intentan cambiar el panorama, pero la gente tiene miedo de perder su dinero. Confunden los modelos, la diferencia entre un banco, una caja de ahorro o una casa de Bolsa. Muchos dicen que tienen su afore en un banco, cuando son instituciones completamente distintas.

Hay modelos innovadores, como los préstamos de persona a persona que han sacado primero Prestadero y luego Kubo Financiero (operan de manera muy distinta), pero la regulación mexicana está muy retrasada. Son, en ambos casos, mecanismos muy interesantes.

También encontramos avances que no están presentes en muchos otros países, como el hecho de asociar nuestro número celular a una cuenta bancaria, de tal manera que, con sólo dar este número, podemos recibir una transferencia.

Estamos adelantados en pocas cosas, retrasados en muchas, pero lo que sí podemos decir con seguridad es que la tecnología ha jugado un papel muy importante en el manejo de nuestras finanzas personales. A mí me ha cambiado la vida. ¿A ti?

El Economista de MéxicoRed Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

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