A solo dos horas y media de Lima se encuentra la provincia de Cañete, cuya principal actividad es la agricultura. Sin embargo, en los últimos años, este negocio se ha ido mermando y dando paso al boom de la venta de terrenos para vivienda.
Según el presidente de la Cámara de Comercio de Cañete, Christopher Cruz, anualmente se estarían perdiendo entre 60 a 80 hectáreas de sembríos de camote, maíz, naranjas, pepino, manzanas y palta. Y es que los productores no encuentran mayor rentabilidad en el cultivo de estos productos, pues al alza del precio de los fertilizantes, se suma la agricultura no tecnificada y todavía precaria que efectúan.
LEA TAMBIÉN: Cada año hasta 80 hectáreas de cultivo en Cañete cambian para uso inmobiliario
“Los agricultores no tienen una producción competitiva porque todavía les falta técnica; los productos son vendidos localmente y también en Lima, donde tienen que asumir costos de transporte”, explicó el representante, quien, además, mencionó los compromisos que deben de cumplir con los bancos.
De este modo, la agricultura cede terreno a los proyectos inmobiliarios que año a año crecen a un promedio de 25%, albergándose la mayor parte en zonas como Asia, Mala, Imperial y San Vicente de Cañete.
La venta de terrenos
En estos lugares, las comunidades campesinas se organizan para vender las áreas a las inmobiliarias o, de lo contrario, de manera particular los agricultores lotizan sus terrenos y lo comercializan de forma directa a los interesados.
Esta situación no traería mayor problema, sino fuera porque estas extensiones que tradicionalmente tuvieron el uso agrícola, no cuentan con la zonificación urbana.
LEA TAMBIÉN: Cerro Azul despide zona agrícola en entorno urbano y atrae ganadería
“Hay mucha informalidad con las inmobiliarias en Cañete. Ya hubo casos de empresas que compraron los terrenos agrícolas en el 2012 y 2013, pero recién han terminado el saneamiento físico legal”, sostuvo el delegado de la Cámara de Comercio de Cañete.
El cambio de zonificación es un procedimiento que puede demandar entre tres y cinco años, dependiendo de la agilidad con la que se lleve adelante el trámite. Este aspecto es muy importante, toda vez que está vinculado a la garantía del acceso a servicios básicos como el agua, la energía eléctrica, entre otros.
El jefe del área Comercial y Marketing de la Constructora Inarco, Carlos Arriola, sostuvo que, frente a estas condiciones, son diversas las inmobiliarias que apuestan por el saneamiento del terreno, al mismo tiempo que empiezan la venta de sus planes de vivienda.
“Debido a ello hay proyectos que todavía tienen como fecha de entrega entre tres y cinco años, periodo en el que se estima que el terreno esté saneado. Mientras, la inmobiliaria va vendiendo, capitalizando y rentabilizando para la administración de sus costos”, agregó.
Arriola explicó que el “ideal” en esta estrategia es que los compradores estén bien informados sobre las condiciones en que adquieren las áreas a la firma del contrato y sobre todo a en qué tipo de empresa están confiando.
“Todos estos aspectos son claves, pues siempre es posible el retraso en los proyectos, las etapas inconclusas y cualquier inconveniente que pueda surgir como consecuencia de un trámite que todavía está en proceso”, agregó.
LEA TAMBIÉN: Venta de terrenos urbanizados ahora estará sujeta a mayor pago de impuestos
Por su parte, Cruz estimó que en lo que va del año se han vendido entre 700 a 800 hectáreas, siendo extensiones que en su 80% están pendientes de cambio de uso agrícola a urbano.
“El Ministerio de Vivienda debería tener un ente rector para inspeccionar esto, pues finalmente, los perjudicados son los usuarios finales”, enfatizó.
Más cerca del mar, más caro
El representante empresarial señaló que las extensiones agrícolas en un 60% son adquiridas por inmobiliarias, generalmente, para desarrollo de condominios.
Los precios promedio por metro cuadrado varían de acuerdo a la zona, teniendo en cuenta que el costo se valorizó, luego del terremoto del 2007. “En un símil entre Cañete y Chincha, por ejemplo, el metro cuadrado en el primero puede estar en US$ 200, mientras que en el segundo se puede conseguir por incluso US$ 50″, añadió Cruz.
No obstante, el valor aumenta en la medida en que la adquisición esté cercana al mar como es en Asia, Cerro Azul, o incluso en Mala, que también tiene un área aledaña al balneario. En estos lugares, el metro cuadrado está entre US$ 250 y US$ 300.
“En otros lugares como San Vicente el m2 alcanza precios más económicos como los US$ 100″, finalizó.