El periodo de cuarentena decretado en el país ha llevado a que los ingresos de la gran mayoría de empresas, sobre todo las micro y pequeñas, a caer abruptamente. Sin embargo, los gastos no, ya que muchos negocios han tenido que seguir pagando alquileres, proveedores, servicios de luz, agua, etc.
Esta situación ha obligado a las empresas a recurrir al flujo de caja, es decir, al dinero en efectivo que pueda tener, lo cual no es recomendable, ya que en el peor de los casos puede llevar a la quiebra a la empresa, o al menos a una situación financiera más complicada.
Para evitar ello, las recomendaciones que realizan los asesores financieras es que recurra a un préstamo de capital de trabajo, con el fin de tener liquidez para que el negocio siga funcionando.
Pero, ¿qué es capital de trabajo?
“Se le llama así al dinero que se necesita para cubrir las obligaciones corrientes o de corto plazo, como por ejemplo: alquileres, impuestos, remuneraciones, proveedores, servicios básicos, mantenimiento, vigilancia, etc”, señala Jorge Carrillo Acosta, profesor de la Pacífico Business School.
Contablemente hablando es la diferencia entre el activo corriente y el pasivo corriente, cuando el activo corriente supera al pasivo corriente se dice que el capital de trabajo es positivo y cuando es al revés se dice que es negativo.
“Cuando es positivo se dice que la empresa está en la capacidad de pagar todas sus deudas de corto plazo y tiene un excedente (ganancias). Entonces, el negocio está en una situación adecuada para seguir funcionando a largo plazo”, menciona Jorge González Izquierdo, economista y profesor de la Universidad Pacífico.
El capital de trabajo debería de salir en principio de las ventas. Sin embargo, se debe considerar que normalmente las empresas tienen un periodo de crédito. Es decir, que venden y recién reciben el pago en un tiempo determinado. No obstante, tienen que pagar a fin de mes los sueldos, alquileres, servicios, entre otros.
“El vender a crédito les permite a las empresas incrementar sus ventas, porque permite que pueda acceder a más clientes. No obstante, a veces no alcanza para poder pagar las cuentas a fin de mes, por lo cual se ven en la necesidad de créditos de capital de trabajo para poder sobrevivir”, agrega Carrillo Acosta.
¿Cómo saber el monto que necesita el negocio?
Normalmente se toma en cuenta el tiempo que se demora uno en cobrar por las ventas y al cuanto tiempo se tienen que costear los gastos.
“Cuanto tengo que prestar se mide en función de cuanto tengo que pagar en el corto plazo. Allí no se mete inversión, porque se trata de gastos corrientes como planillas, proveedores, insumos y todo aquello que te hace funcionar en el día a día”, menciona González Izquierdo.
En función de eso, se saca el monto que se necesita para cubrir los gastos por un tiempo determinado hasta poder recibir el pago. Con el monto ya fijado uno acude a una entidad financiera para poder solicitar el crédito por capital de trabajo.
“Si yo soy una empresa que vende S/ 100,000 y gasta al mes 60,000, pero como vendo a plazo de 90 días, esos 100,000 recién los tendré en el día 90. Pero, cada mes tengo que pagar los gastos corrientes para que el negocio pueda seguir. Entonces, necesito de un préstamo para cubrir esos dos meses de gasto”, acota Carrillo Acosta.
Este procedimiento (préstamo) suele ser permanente en las mypes, es decir, que se paga y se vuelve a tomar. Hay picos como es la temporada navideña en donde un negocio se puede nivelar, pero normalmente se maneja así este modelo de financiamiento.
Errores al calcular el capital de trabajo
La falta de planificación financiera hace que muchos negocios cometen el error de preveer el monto del préstamo solamente para el mes de venta y terminan “apagando incendios”.
“Siempre se debe tener una programación anual de gastos corrientes y en función de esto uno puede identificar si te va a faltar capital de trabajo para pedir al banco”, señala Gonzáles Izquierdo.
También, hay una falta de información sobre los productos financieros que ofrece el mercado. Muchas veces las empresas no toman en cuenta todas las opciones a las que podrían acceder para un financiamiento. Por ejemplo, para resolver un problema de capital de trabajo se podría usar un “factoring”.
Hay distintas variantes que tienen las entidades financieras que se podrían aprovechar si se conociera un poco más de los productos.
Además, está la falta de conocimiento técnico financiero, ya que al momento de elegir la entidad financiera a la cual solicitar el préstamo las personas suelen fijarse solamente en la tasa de interés. Este es un grave error según Jorge Carrillo Acosta, profesor de la Pacífico Business School.
Si el banco A me da una tasa de 10% y el B una de 12%, entonces uno puede decir que mejor es el banco A. Pero no es solamente la tasa, porque hay que tener en cuenta otros aspectos que la entidad financiera pueda requerir.
Adicional a ello, se debe tomar en cuenta si la entidad financiera pide algún seguro o si se tiene que poner en garantía la mercadería o el local.
“Por ejemplo, tú quieres acceder a un crédito hipotecario para comprar una casa y te dicen que la tasa de interés es de 7%, pero no tomas en cuenta que el banco al momento de darte el crédito te obliga a comprar un seguro. Si no adquieres esta póliza no te dan el dinero. Entonces, este monto se tiene que sumar a la tasa de interés y esta termina siendo mayor a la que se estipula en un inicio”, afirma González Izquierdo.
No es solamente la tasa de interés el único elemento a considerar, sino hay que ver el costo real de la Tasa de Costo Efectivo Anual (TCEA). “Muchos de los empresarios no preguntan por la TCEA al pedir un crédito, preguntan solo por la tasa de interés y toman una pésima decisión”.
No solo eso, sino que no negocian algunas de sus condiciones. Por ejemplo, si un negocio saca un crédito a un año y de repente en la campaña de navidad tiene excedentes y puede prepagarlo, pero lamentablemente no se dio cuenta que le cobraban una comisión de pago anticipado. Es decir, eso se podría haber negociado con la entidad financiera para que no cobren esa penalidad, pero no se hizo y el negocio termina perdiendo. Esto refleja una falta de conocimiento básico.
En un crédito la tasa de interés es quizás lo más importante, pero no es lo único, hay otro tipo de condiciones también.