Más usuarios están aplazando, vía reprogramaciones, el pago de sus tarjetas de crédito al disminuir su capacidad de pago en el entorno de inflación.
“Lo que más llama la atención en las reprogramaciones de préstamos al primer semestre es el segmento de consumo, sobre todo en el crédito revolvente (líneas que se utilizan y se restablecen conforme el deudor paga sus compras) correspondiente a tarjetas de crédito”, señaló Iliana Rigacci, desarrolladora de Negocios Experian.
Se aplazan más las deudas en este producto, enfocado en personas, que en otros tipos de financiamiento, como hipotecario para adquisición de vivienda, e incluso préstamos a micro y pequeña empresa (mype), dijo.
Según la especialista, los tarjetahabientes están recurriendo al dinero plástico desde la pandemia, cada vez que atraviesan por un periodo difícil, para aliviar la falta de ingresos necesarios para cubrir los mayores gastos, la pérdida de su trabajo o el poco dinamismo de sus pequeños negocios.
El principal factor que estaría ocasionando estas reprogramaciones entre las personas es el alza de las tasas de interés de los productos de crédito, en línea con la subida de la tasa referencial del Banco Central de Reserva (BCR), sostuvo Mario Guerrero, subgerente de Economía del Departamento de Estudios Económicos de Scotiabank.
“Las tarjetas tienen una línea de crédito aprobada que se renueva conforme el cliente paga lo utilizado; sin embargo, las nuevas compras realizadas con el plástico obtienen la tasa de interés vigente al momento de usarla (que ahora es más elevada)”, precisó.
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Reprogramación aligera la carga financiera de deudores
Asimismo, comentó que el consumo estaba siendo respaldado por la recuperación del mercado laboral formal, aunque en los últimos meses el empleo se empezó a estancar un tanto, lo que también explicaría la necesidad de los deudores de solicitar algunas reprogramaciones.
“Los préstamos se encarecen y las personas optan por reprogramar sus obligaciones financieras pues no les alcanza para pagar; el elevado costo de vida hace que destinen más dinero a comprar lo mismo y resten presupuesto para otros gastos, entre ellos, cubrir sus créditos”, manifestó.
Rigacci, de Experian, comentó que estas reprogramaciones aligeran la carga financiera de los deudores en el corto plazo y evitan que caigan en morosidad y perjudiquen su calificación crediticia.
La morosidad en las tarjetas de crédito de la banca es de 4.1% a julio, según la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS).
“El índice de morosidad sigue bajo, aunque empezó a subir ligeramente, no sigue descendiendo como en meses anteriores”, advirtió Guerrero.
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Reorganización de la estructura de vencimientos de los deudores
En tanto el docente de Esan, Arturo García, manifestó que las instituciones financieras aumentaron las facilidades para la entrega de créditos de consumo significativamente este año para mejorar sus márgenes, lo que puede haber alimentado la toma de financiamiento por parte de las personas y, por tanto, su nivel de endeudamiento.
En efecto, los créditos de consumo aumentaron a ritmo anual de 23.6% a setiembre, según datos del Banco Central de Reserva (BCR).
“Este impulso de los créditos de consumo habría provocado una mayor deuda y, posteriormente, la necesidad de reprogramarlos”, comentó.
“Con la reprogramación de sus créditos reorganizan la estructura de vencimiento de sus obligaciones con el sistema financiero para evitar caer en incumplimientos de pago, pues aún no tienen morosidad. Eso hasta cierto punto puede ser saludable para el deudor”, dijo.
El especialista precisó que la refinanciación es diferente pues en este último esquema ya hay atrasos en el pago de la deuda, y la persona es reclasificada por la institución financiera hacia una calificación más riesgosa.
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