La legendaria banda Red Hot Chili Peppers vendió su catálogo de canciones -que incluye éxitos como “Scar Tissue” , “Californication” y “Other Side”- a la compañía Hipgnosis Songs por unos US$140 millones. Es la misma empresa británica que adquirió en enero el 50 % de los derechos de autor del cantante y compositor Neil Young, que comprende unas 1,180 canciones.
Y desde el 2018 esta compañía y Mercuriadis han adquirido los derechos sobre canciones de compositores, productores y artistas como Shakira, Timbaland, Blondie y Fleetwood Mac.
Hace poco también Bob Dylan hizo noticia con la venta por más de US$ 300 millones de sus derechos sobre unas 600 canciones al grupo Universal Music Publishing.
El motivo
“El manejo editorial de una obra es una de las tres variables a las que está sometido un catálogo musical. A través del manejo editorial se puede usar una canción, por ejemplo, en una serie de televisión, en un videojuego, pero también la pueden colocar en agregadores de contenido digital”, explica el productor Iván Cock.
Aunque no se conocen los detalles de la negociación que hizo Red Hot Chilie Peppers, Cock explica que el valor se calcula en función de lo que el artista planea recaudar en un plazo determinado.
Se deduce, por ejemplo, que el cantante Paul Simon cedió los derechos de sus canciones por US$ 250 millones, lo cual equivaldría a ocho giras.
Este es un ingreso importante para los artistas que tuvieron que detener sus shows debido a la pandemia.
Además, los catálogos de música se están comercializando entre 10 y 18 veces su valor anual, según el Wall Street Journal.
Por otra parte, los artistas con mayor recorrido negocian cifras más jugosas, como sucede con Bob Dylan y piezas tan emblemáticas como “Knockin’ on Heaven’s Door”, “Forever Young”, “Make you feel my love” o “Hurricane”.
Caso local
Sin embargo, estas alternativas no se ajustan a mercados como el peruano. “Podría funcionar, pero para que suceda primero el artista peruano tendría que tener un catálogo musical completamente ordenado. La gran mayoría de nuestros artistas no lo tienen”, comenta Cock.
Otro inconveniente es la identificación de la titularidad de las canciones. El género que más ingresos genera en el Perú es la cumbia. “Pero si buscas en YouTube una canción como ‘Que levante la mano’, puedes encontrar 20 versiones distintas. Cuando preguntas en la calle quién la canta, te van a nombrar artistas distintos. Aquí el catálogo no se cuida”, sentencia el productor.
Para Cock, el único artista peruano que podría tener todo su catálogo ordenado en Perú es Gianmarco, quien además es el más conocido a nivel internacional. “Esa es otra clave, debe ser música de atractivo universal”, añade.
Además, el autor de “Una canción de amor” trabaja con su propio sello discográfico, Enjoymusic. “Si es que llega una compañía grande y quiere todo su catálogo, con el único que tienen que negociar es con él”, concluye.
Este es uno más de los casos que evidencian que la formalidad y la mirada estratégica sobre el negocio de la música puede sacar a flote una industria en temporadas de crisis.
“La industria musical peruana es informal al 90%. Hay mucho desconocimiento sobre cómo funciona. Y no tiene que ver con los músicos, sino con el público, que no le da un valor a la obra y desconoce que hacer un disco o una canción es una inversión”, dice el productor.