La Villa de la Aurora, como se conoce, es un lugar fascinante. No solo por su arquitectura -un edificio de 2,800 metros cuadrados repartidos en seis plantas y con un maravilloso jardín en el corazón de Roma- sino por su impresionante acervo artístico. (Foto: Difusión)
La Villa de la Aurora, como se conoce, es un lugar fascinante. No solo por su arquitectura -un edificio de 2,800 metros cuadrados repartidos en seis plantas y con un maravilloso jardín en el corazón de Roma- sino por su impresionante acervo artístico. (Foto: Difusión)

En una oscura estancia de una villa romana se conserva el único mural conocido de Caravaggio. Esta pintura, que ha sobrevivido a los siglos, es el mayor tesoro de un palacio que ahora será subastado para saldar una deuda de sus nobles propietarios, entre ellos la “princesa” viuda que lo habita, rodeada de recuerdos.

“Vivir aquí es bastante solitario desde que mi amado marido murió, pero también es un gran honor y responsabilidad”, asegura la heredera Rita Jenrette, una rubia actriz de Texas, tercera esposa del aristócrata Nicolò Boncompagni Ludovisi, fallecido en el 2018.

La Villa de la Aurora, como se conoce, es un lugar fascinante. No solo por su arquitectura -un edificio de 2,800 metros cuadrados repartidos en seis plantas y con un maravilloso jardín en el corazón de Roma- sino por su impresionante acervo artístico.

El único mural de Caravaggio

En sus bóvedas pueden apreciarse frescos y murales de los grandes maestros desde el “Cinquecento”, como la alegoría de la Aurora del gran Guercino, así como decenas de retratos de los prohombres de la familia Lodovisi, cuna de mecenas, cardenales y hasta de dos papas.

Sus efigies desafían al paso del tiempo y a los pocos visitantes que llegan a este palacio frío y vetusto, de pasado glorioso pero ahora polvoriento, con alfombras raídas, humedades, desconchones e iluminado por lámparas de araña sin todas sus bombillas.

La sorpresa llega en la primera planta, a la que se accede por una angosta escalera de caracol, en la bóveda de una pequeña sala hasta hace nada usada como armario y que está decorada con una pintura cuya autoría ha sido certificada: Michelangelo Merisi Caravaggio.

Se trata del único mural -no fresco- del maestro, datado en 1597, y representa la visión en contrapicado de una esfera celeste arropada por Júpiter, Neptuno y Plutón, este último con el pene a la vista.

Una alegoría cuyo significado es importantísimo, pues se sabe que un cardenal empleó este lugar como laboratorio de alquimia, y de ahí la presencia de los tres dioses, que representan el aire, el agua y el fuego, los elementos capitales de aquella misteriosa ciencia.

“Es el único mural de Caravaggio en todo el mundo”, asiente la heredera.

La villa, a subasta

La mujer habla con Efe en la planta baja de palacio, sentada de espaldas a una mesa llena de fotografías bien enmarcadas y cantidad de libros. “¿Estás vacunado?”, inquiere nada más aparecer desde el quicio de una puerta en penumbra.

Jenrette, con una historia de actriz y periodista en su país, pasó 18 años con el que en el 2009 se convirtió en su marido, dueño del lugar. De él, dice, heredó el palacio y también el título simbólico de “princesa”... que no desdeña, tal y como se aprecia en su sonrisa.

“Viví dieciocho años, casi dos décadas, con mi amado esposo y me cedió los derechos de uso de por vida y un gran porcentaje en caso de que tuviera que venderla”, asegura, sin entrar en la pugna heredera que mantuvo con los hijos del primer matrimonio del noble.

En la actualidad reside en la última planta, mientras el resto del lugar permanece casi en desuso, y cuenta con la ayuda de Verónica, una ucraniana afable de grandes ojos encantada con cualquiera que se deje caer por allí y ofrezca conversación.

El Tribunal de Roma ha decidido que la villa debe ser vendida o sacada a subasta el 18 de enero para que los herederos Ludovisi, al parecer incapaces de mantener el edificio, salden una deuda tributaria. “No ha sido mi decisión”, reconoce la “princesa”.

El juez ha determinado el precio de salida de este lugar en 353 millones de euros (US$ 392 millones), aunque el perito lo elevó a 471 millones (US$ 528 millones), mientras los historiadores insisten en que su valor es imponderable.

Jenrette asegura incluso que hace unos quince años el magnate de Microsoft, Bill Gates, ofreció unos US$ 200 millones (178 millones de euros), si bien su esposo prefirió no vender.

Algo que ahora será inevitable por voluntad de un juez, marcando con el hierro del declive a una de las familias más potentes de la historia de Roma, desprovista ahora de su insigne morada.

Palabra de perito

El historiador de la Universidad de la Sapienza, Alessandro Zuccari, recibió del juez el encargo de peritar el edificio y tras un año husmeando entre sus riquezas, llegó a la conclusión de que era sencillamente “incalculable”, explica.

Se sabía que el caserón tenía una pintura atribuida a Caravaggio y en 1979 una historiadora lo publicó como “probable”. Pero desde entonces todos los estudiosos han coincidido en defender su autoría: “No hay dudas”, zanja.

En cualquier caso, el profesor avisa de que el nuevo propietario no podrá hacer lo que guste y el Estado le obligará a cuidar de sus delicadas obras de arte. Porque para algo es uno de los palacios más singulares de la Ciudad Eterna.