El 2022 llega a su fin y muchas organizaciones en el Perú celebran el saludable hábito de mantener reuniones estratégicas para hacer un balance del año y plantear los desafíos del próximo.
Este reto podría fortalecerse al incorporar conversaciones sobre los elementos culturales que permiten —u obstaculizan— alcanzar las metas trazadas. La cultura es, después de todo, el catalizador que permite que las iniciativas, proyectos y procesos se materialicen a partir de valores, conductas y mindsets.
Imaginemos el siguiente escenario en la reunión estratégica de estos días:
Después de definir los objetivos, alguien comenta: “No me queda claro si tenemos el talento adecuado para lograr lo que proponemos”. Y, luego, añade: “¿Contamos con la capacidad de mantener conversaciones difíciles para decir las cosas directamente? ¿Somos lo suficientemente ágiles para trabajar de manera integrada? ¿Existe la confianza para admitir errores que favorezcan el aprendizaje? ¿Todos los que somos parte de esta reunión compartimos valores culturales que nos permitirían llegar a lo que buscamos?”
La tensión sube y, de pronto, el silencio. Más de uno se siente desconcertado y se ofende por tales preguntas. Alguno que otro busca a Gestión Humana para que “explique” cómo se está capacitando a la gente. El debate se enciende, el desequilibrio aumenta y Gerencia General zanja la conversación diciendo que “no es el momento” para hablar de esas cosas.
Si estas preguntas son tan importantes para el progreso de una organización, ¿por qué generan molestia y evasión? ¿No se supone que es el lugar y el momento para hacer “las preguntas difíciles” de la organización?
Quizás se deba —entre otras cosas— a que profundizar en ellas nos dirige hacia un espiral de subjetividades: nos hace sentir pérdidas que no queremos asumir y generan emociones incómodas que no sabemos manejar.
Poner el foco en los desafíos culturales de las empresas requiere hacer preguntas profundas que muchas veces asusta realizar. Pero, es justamente en momentos de gran volatilidad e incertidumbre como los que vivimos, que necesitamos de altas gerencias capaces de pensar estratégicamente. El reto está en construir culturas organizacionales que permitan la innovación y la adaptación en un entorno complejo e impredecible. Quizás abrir estas conversaciones en estos momentos —y mantenerlas a lo largo del 2023— sería el mejor regalo navideño para un comité de gerentes que busca consolidarse y evolucionar constantemente.
Claves
- A nivel global, el 82% de los directores ejecutivos dijeron que habían hecho de la cultura una prioridad clave durante los últimos tres años, a menudo para mejorar el desempeño financiero, según Heidrick.
- McKinsey revela que una transformación tiene 5.8 veces más probabilidades de tener éxito en organizaciones donde los directores ejecutivos comunican una historia de cambio convincente y de alto nivel, y 6,3 veces más probabilidades cuando los líderes sénior comparten mensajes alineados sobre el esfuerzo de cambio con el resto de la organización.
- Casi el 70% de los CEO en el mundo que dijo que sus organizaciones pudieron adaptarse durante el último año (pandemia) también informó que su cultura ha sido una fuente de ventaja competitiva, de acuerdo con PwC.