Mónica Abarca estudió ingeniería mecatrónica en la PUCP motivada por hacer realidad lo que dibujaba en papel desde niña. Años después, junto a Francisco Cuéllar y Carlos Villanueva, desarrollarían un dron capaz de monitorear la calidad del aire.
Burocracia como sistema de control, pero no como causa de retraso
“Empezó siendo un proyecto y ahora es la empresa Qaira, con un equipo de 20 personas de diferentes universidades. Abrir el panorama y tener talento diverso ayuda a generar ideas”, dice la joven de 29 años. A solicitud de empresas del sector minero, el invento merecedor de una medalla de oro en la exhibición Kiwie 2020 tuvo algunas modificaciones para resolver problemas de seguridad. “Así, encontramos aliados en gobiernos locales e industrias como la textil, la agropecuaria y la ganadera”, señala Abarca.
Pero los inventos no pueden quedarse en un libro de grandes hazañas. “Los investigadores pedimos a las empresas tener una especie de laboratorio en campo para probar prototipos e ideas para recibir ese feedback del potencial cliente”, sostiene la ingeniera.
Además del financiamiento, la burocracia es también obstáculo que genera que muchas ideas queden en el aire. “Está bien ejecutar sistemas de control, pero estos deben permitir que el investigador ejecute sus tareas más rápido”, reflexiona Abarca. Es que los días se van rápido entre hojas que presentar y búsqueda de cotizaciones locales innecesarias, pues en muchos casos es más sencillo importar insumos.
La propiedad intelectual y el pago de regalías, los temas pendientes
Si de algo se enorgullece Silvana Flores, son sus creaciones. “Antes que Elon Musk hiciera sus ladrillos de adobe, yo en el 2004 ya había hecho ladrillos de relave minero”, cuenta la ingeniera de la UNMSM y agrega “pero en EE.UU. apuestan más por la ciencia”.
Una mototaxi solar y un equipo para recuperar oro también son parte de las cuatro patentes que desarrolló y donó a su alma máter. “Imagínate el nivel de camiseta, porque eso es renunciar a tu titularidad”, comenta. ¿Y por qué algunos creadores pueden vivir bajo el anonimato? “Mi legado ayudó a que Concytec luego diera un fondo para crear el primer centro de excelencia”, explica Flores a sus 43 años.
Pero a veces hay que dejar de ser solo ratón de biblioteca para salir a hacer respetar sus derechos. “Lo mínimo es que te citen. Ahora hay leyes en Indecopi que te protegen y que los investigadores deberíamos conocer”, enfatiza la profesora a la que alguna vez le pidieron no aparecer entre los créditos, bajo el pretexto de que generaría conflictos de intereses. “Van a pensar que yo no hice el proyecto”, le dijo una autoridad educativa. Esa experiencia retrata el machismo que ronda todavía por los círculos intelectuales, según la peruana seleccionada por 3M entre las 25 científicas emergentes de América Latina.
Para Flores, hay tareas pendientes. Estandarizar los reglamentos de patentes en las universidades y conversar sobre el porcentaje de regalías que debe ganar un científico son algunas.
El diseño como instrumento para vender un invento
La comida y -en este caso- los complejos inventos entran por los ojos. Bien lo sabe Consuelo Cano, diseñadora gráfica e industrial. Son ocho patentes las que ha trabajado, una de ellas del goniómetro electrónico modular portátil, junto a Blanca Pérez y Abraham Luis.
Este permite la medición del movimiento de la rodilla y el tobillo cuya implementación se da sobre todo en áreas de terapia física e instituciones deportivas.
“Un diseñador industrial se proyecta en cómo el producto puede responder una necesidad real”, explica Cano, por lo que considera importante generar espacios y laboratorios donde los alumnos y egresados se involucren e intercambien conocimiento.
El proyecto que inició en el 2016 permitió que Pérez ofrezca una conferencia en Panamá y que el equipo concursara en Suiza. En el último país, personal del campo médico y deportistas probaron el goniómetro que hasta el momento se usaba solo de forma mecánica.
“Con esto es posible generar mejores diagnósticos y más rápida recuperación”, enfatiza Cano que trabaja en varios proyectos relacionados a la lectura sensorial del movimiento.
“Antes se tenían los equipos mecánicos, luego se pasó a la automatización y luego será la de la visualización”, cuenta la miembro del equipo ganador de medalla de oro en Kiwie 2020 y que anteriormente elaboró un skate seguro para deslizamiento en pendiente.