La oferta de libros en Lima no para, a pesar del coronarivurs. ¿Cómo ha sido nacer en pandemia?
Manuel Velarde, copropietario de la librería La Rebelde, explica que el proyecto de la librería se desarrolló antes de la pandemia y fue reformulado el año pasado.
La librería pasó, entonces, de proponer en primera instancia un espacio cultural y de encuentro presencial, a ser una tienda virtual. Así comenzó a funcionar en febrero.
“Estábamos recién empezando y fuimos aprendiendo. Nuestra idea era un poco mover las redes, calentar el concepto, compartir la tienda, porque nosotros siempre apostamos por la tienda física. Recién pudimos abrir ahora en junio”, cuenta Soledad Cunliffe, copropietaria de La Rebelde.
De igual manera, Verónica Villarán, dueña de la librería Placeres Compulsivos, precisa que el concepto de la librería nació en noviembre del 2020, con la intención de generar un espacio de cultura y lectura. En febrero de este año, cuenta Villarán, decidieron abrir la librería pero solo a través de redes sociales.
“A partir de redes como Instagram y Facebook se generó el efecto de la novedad. Hubo muchos pedidos en línea y los íbamos despachando en bicicleta. Nos llegaron a pedir libros fuera de Lima. Los primeros pedidos vinieron de Cusco, Iquitos y del norte. Los despachábamos por Olva”, cuenta Villarán.
Placeres Compulsivos, dedicada exclusivamente a la literatura femenina, abrió sus puertas al público recién el 31 de marzo.
En el caso de Vallejo Librería Café, cuenta su director David Ballardo, la librería nació con el protocolo de atención anticovid y con un sistema digital que incluye una página web y un catálogo digital con más de 13 mil libros.
“Hacemos envíos a provincias todos los días. También llegamos a San Juan de Lurigancho, Chosica, Los Olivos. Nos ha favorecido mucho el que la gente se atreva a comprar por las redes sociales. Tenemos una cafetería con limitado aforo con 24 puestos y también una terraza que te permite estar seguro porque siempre está ventilada”, asegura Ballardo.
Presencial y virtual
La Rebelde empezó como una tienda virtual, pero desde hace dos meses empezó a recibir al público en su local ubicado en Barranco. Según sus propietarios, las ventas se dividen en 80% a nivel presencial y 20% a través del medio digital. Aseguran que el espacio es un punto de encuentro para las familias.
“Tenemos una sala de niños grande, un espacio para tener la experiencia de venir a leer con tus hijos. También tenemos una sala de crecimiento personal y otra con literatura de mujeres”, dice Soledad Cunliffe.
Verónica Villarán, en cambio, reconoce que no tiene mayor interés en ofrecer un catálogo virtual especializado debido a que su objetivo en Placeres Compulsivos es que las personas lleguen a la librería a disfrutar del ambiente. Sin embargo, aún mantiene la venta digital.
“Mi aspiración es que la gente llegue y me pregunte por alguna recomendación. Si me dices que quieres una sugerencia, indagamos para poderte dar algo que te guste. Invitamos mucho a que la gente que se quede leyendo. Hay mucha gente que viene buscando refugio”, dice.
En Vallejo Librería Café, ubicada en San Isidro, se puede disfrutar de la lectura y de un buen café. Ese es uno de los valores agregados que ofrece la presencialidad, dice David Ballardo.
La librería mantiene el sistema de ventas tanto digital como presencial, aunque ahora lo que se proyecta es reforzar la última.
“La venta virtual ahora en este último mes es del 40% y la presencial es del 60%. Cuando abrimos era abismal, era 80% virtual. Ahora tenemos vecinos locales que asisten a tomar un café. Veo con entusiasmo que van familias enteras porque tienes áreas grandes para que los niños puedan elegir sus libros y se sientan seguros”, agrega.