“Los versos satánicos” es la cuarta novela de Rushdie, una obra de ficción que en 1989 provocó sobre el autor una orden internacional de ejecución por parte del Ayatolá Ruhollah Jomeiní, para entonces líder supremo de Irán. Esta condena arrastró una serie de protestas globales, librerías vandalizadas, acusaciones de blasfemia, argumentos sobre racismo, intentos de asesinato y luego, un muerto.
Debo admitir que lo primero que me atrajo de “Los versos satánicos” fue la controversia que traía consigo. Esta novela ha protagonizado uno de los debates más fervientes sobre la censura y el fundamentalismo religioso. Una ruptura cultural provocada por el enfrentamiento de dos valores intrínsecos para Occidente y el mundo musulmán: la libertad de expresión versus los mandatos sagrados de una religión.
Lejos de la polémica, descubrí que el verdadero valor de la novela se encuentra en la maestría con la que el escritor hila fantasía y mito en un Londres contemporáneo, mestizo, tosco y globalizado. Desde el inicio sorprende la proeza descriptiva de este novelista del género real maravilloso. Imposible no pensar en García Márquez, pues Rushdie consigue, al igual que el maestro latinoamericano, suspender todo juicio para hacernos fluir en un universo tan terrenal como surrealista.
Sus protagonistas son Gibreel Farishta y Saladin Chamcha. Juntos caen en picada sobre el Canal de la Mancha, luego de que el avión que los transportaba desde Bombay detonara producto de un ataque terrorista. Durante la vertiginosa caída, los personajes sufren alucinaciones y finalmente una transmutación física y mental. Gibreel, un célebre actor de cine hindú ‘renace’ radiante como el arcángel Gabriel, mientras que Chamcha, un actor de voz y apasionado por la cultura anglosajona desarrolla pezuñas y cuernos. Al llegar a la playa, ambos son rescatados, pero pronto la policía migratoria interviene y Chamcha es golpeado y detenido, mientras que Gibreel, dotado de una aureola luminosa, es dejado en libertad.
Rushdie es irónico y su humor es ácido, digno de su primera patria adoptiva (Gran Bretaña), además es un maestro de la metáfora. Los delirios de Gibreel, sus dilemas más mentales que externos, secuencias de sueños proféticos, transportan al lector a civilizaciones antiguas, para lo que Rushdie se vale de referencias religiosas permitiéndose licencias creativas (estas últimas causantes de las polémicas acusaciones de blasfemia). Saladin, en cambio, nos confronta a duelos más humanos; primero con la mujer que lo traiciona y luego con su padre enfermo. Y ahí Rushdie brilla también cuando muestra al humano vulnerable y fallido con una claridad estremecedora.
“Los versos satánicos” es una novela sobre la inmigración, la pérdida de identidad, el amor, la muerte, el colonialismo y sí, para qué negarlo, también sobre religión. Es doloroso que una obra maestra de ficción haya sido para otros una amenaza tan fuerte que terminó en una sentencia de muerte para el autor.
Claves
- Al igual que Rushdie, los editores y otras personas relacionadas al libro fueron alcanzados por la fatwa. En 1991, el traductor del libro al japonés, Hitoshi Igarashi, fue apuñalado en su oficina en la Universidad de Tsukuba, donde falleció; el editor noruego William Nygaard sobrevivió, tras recibir tres disparos de bala en su casa, en Oslo.
- En junio de 2007, la reina Isabel anunció que Rushdie sería condecorado con el título de Caballero del Imperio Británico. Los gobiernos de Irán, Pakistán, Afganistán, entre otros países condenaron el nombramiento, considerándolo una provocación.
- El 12 de agosto de 2022, Rushdie fue atacado brutalmente por el fundamentalista Hadi Matar mientras se disponía a dar una conferencia en Nueva York. El autor perdió un ojo, la movilidad de la mano, además de recibir otras heridas en la espalda y el torso.
- Seis meses luego del atentado del 2022, que casi le cuesta la vida, Rushdie presentó su última novela titulada “Ciudad Victoria”.
Sobre la autora
Claudia Pareja es fundadora de Ginsberg Galería y profesora de “Rock the Bubble”, escuela de escritura creativa.