La reciente polémica en la que el gobierno del presidente Pedro Castillo está envuelto y que tiene que ver con los precipitados pases al retiro y ascensos de las Fuerzas Armadas han llevado nuevamente a las noticias un problema social que lleva siglos con nosotros: la argolla.
Pero el “amiguismo” no solo reina en el sector público. En las empresas privadas también abundan los favoritismos. ¿Ha sido víctima, testigo o favorecido de la también llamada “vara”? ¿Qué consecuencias tiene en el clima laboral de una organización? ¿En qué tipos de empresas tiene más presencia?
En todo tipo de empresas
“Lamentablemente, es una práctica muy común y la vemos muy seguido”, sostiene Tatiana Cuadros, sicóloga organizacional. “Esta conducta de omitir la meritocracia viene desde la época del Virreinato, donde el poder estaba en manos de pocas personas”, detalla.
Concuerda con ella Sandra Céspedes, sicóloga clínica y profesora de Pacífico Business School. “Está relacionado con un aspecto cultural, a la informalidad y a los pocos mecanismos que tiene una organización para hacer cumplir reglas y normas”, comenta.
“En una investigación que realicé, mis análisis referidos al mundo empresarial arrojaron una mayor presencia de argollas en empresas de pequeña y mediana envergadura”, precisa César Nureña, autor del libro “La argolla peruana”.
De acuerdo con Nureña, en este tipo de organizaciones gran parte de la actividad discurre sobre la base de relaciones de parentesco (consanguíneo o simbólico, “compadrazgos”, “padrinazgos”, etcétera), de confianza, por “favores” y según afinidades personalizadas.
Ello no quita que las grandes empresas estén libres de la argolla. Sin embargo, en estas se percibe menos, o en modos menos perjudiciales, debido a que estas cuentan con una estructura de control fuerte y/o a la presencia de procesos auditados que dificultan que las personas con el poder de tomar decisiones contraten o promuevan a alguien por amiguismo, según Céspedes.
Consecuencias en el clima laboral
La argolla en el trabajo puede ocasionar que los demás trabajadores se sientan desmotivados. “Es muy seguro que algunos de ellos querían hacer línea de carrera y no se tomó en consideración su perfil profesional”, apunta Cuadros. De otro lado, una contratación o ascenso bajo sospecha de amiguismo hará que “las habladurías comiencen y eso es perjudicial para el clima laboral”, agrega la sicóloga.
Además de las rivalidades que pueden aflorar entre colaboradores, también puede impactar en el desempeño, “considerando que los esfuerzos no serán tomados en cuenta por no pertenecer al grupo privilegiado”, comenta Céspedes.
Claroscuros de la argolla
Hay casos, según Cuadros, en que los beneficiarios de la argolla no solo llegan a cumplir una función laboral, sino que “pueden servir de informantes por la confianza que se les tiene”.
De otro lado, Céspedes sostiene que, si bien es cierto que la calidad profesional del contratado bajo argolla se pone en duda, “eso no significa que no sea una persona talentosa o que según su desempeño pueda asumir nuevos retos”.
Lo cierto, además de que ingresar por argolla no determina el éxito profesional, es que este problema social tiene distintas connotaciones, aunque en su mayoría son negativas, según la profesora de Pacífico Business School. “Para algunos puede referirse a la ayuda que se realiza a un amigo o familiar, pero para otros se relaciona a los privilegios asociados a la influencia que se tiene sobre personas de poder”.
EN CORTO
- Hacia afuera. Según César Nureña, la argolla en el sector privado “se presenta también en sus relaciones con otras instancias, bajo la forma de grupos empresariales que buscan establecer monopolios y exclusiones, redes de actores privados en contubernio con funcionarios estatales para la obtención irregular de contratos públicos”, entre otros.