Pero el sambo, el fútbol sala, el polo y el hockey patines formaron parte una vez de los Juegos Panamericanos y no lograron hacer de su participación algo más que una presencia pasajera.
Sobre todo en el caso del polo, el sambo y el fútbol sala, que solo se disputaron en una ocasión.
El polo fue incluido en la edición inaugural de los Juegos de Buenos Aires, en 1951. La selección local ganó la medalla de oro, secundada por México y Perú.
El sambo solo hizo acto de presencia en los Juegos de Caracas 1983, pero aprovechó el viaje y no escatimó en medallas: diez categorías masculinas y diez femeninas.
El arte marcial de origen ruso tenía entonces tan escasa difusión en el continente americano que en seis de los diez pesos de mujeres solo participaron dos competidoras, siempre una estadounidense y una venezolana, y ni siquiera se pudo entregar la medalla de bronce.
El equipo norteamericano ganó ocho oros, siete el de Venezuela, tres el de Cuba y atraparon uno los de Argentina y Canadá.
Este deporte fue responsable del ascenso de Venezuela en el medallero: de un oro en 1979 pasó a 12 en 1983, siete de ellos gracias al sambo.
La única aparición del fútbol sala, deporte de enorme popularidad en Brasil, correspondió a los Juegos de Río 2007. El equipo local, Argentina y Paraguay se repartieron, por ese orden, las medallas.
Algo más de continuidad tuvo el hockey sobre ruedas, incluido en las ediciones de 1979, 1987, 1991 y 1995, siempre con victoria de Argentina, y sustituido en las de 1999 y 2003 por el hockey en línea y por sendos triunfos para Estados Unidos.
Los Juegos Panamericanos que comenzarán el día 26 de este mes en Lima no conservan ni rastro de estos deportes, aunque sí habrá patinadores sobre ruedas: en pruebas artísticas y de velocidad.