La protesta ciudadana convocó a miles de personas en torno a cuidar aquello que en el Perú suele ser endeble: la democracia y el bien común (Foto: EFE)
La protesta ciudadana convocó a miles de personas en torno a cuidar aquello que en el Perú suele ser endeble: la democracia y el bien común (Foto: EFE)

La vacancia al expresidente Martín Vizcarra por el Congreso de la República despertó la indignación de la población, que salió a las calles a protestar por la forma en que se hace política en el Perú desde hace varios años. Las multitudinarias manifestaciones tuvieron como protagonistas a los jóvenes del Perú, a quienes se les ha bautizado como “Generación del Bicentenario”.

Pero, ¿qué define a la llamada Generación del Bicentenario? Emilio Lafferranderie, director de la Carrera de Psicología de la UPC, y Raúl Castro Pérez, decano de Comunicación y Publicidad de la Universidad Científica del Sur, nos dan sus explicaciones al respecto.

Características

“Lo central de la llamada ‘generación del bicentenario’ es cómo han articulado el malestar social y político. Lo han hecho en actos y con un sentido espontáneo de comunidad.  No hay un manifiesto ni una ideología particular que los integra. No lo necesitan”, explica Lafferranderie.

Si se trata de definir quiénes son, Castro Pérez ensaya una respuesta: “La más reciente encuesta del IEP lo expone bien: es una nueva cultura política que está presente en todos los sectores, y un estado de ánimo general, y no solo de los jóvenes. Eso sí, nuestros estudiantes (para ser precisos) se han ganado nuestra representación por su protagonismo, y porque han sido la primera línea de protesta”.

Asimismo, el director de la carrera de Psicología de la UPC señala que “aquello que los unifica es un afecto con alta capacidad de movilización:  el hartazgo ante la impunidad y la posibilidad de construir una sociedad plural con nuevas formas de representación”.

El decano de Comunicación y Publicidad de la Científica, quien también es sociólogo, hace un aporte más: “Usan los medios sociales digitales para monitorear al poder y ejercer presión mediante culturas de hacking y de la cancelación. En eso los peruanos del Bicentenario son a la vez ciudadanos universales que comparten con los chilenos de hoy, los movilizados en Colombia y en México, los de Black Lives Matter, con los Chalecos Amarillos de Francia, con los movimientos de estudiantes de Hong Kong y Tailandia, una narrativa de moral pública que pugna por devolver decencia a la política, mas una conciencia clarísima acerca de que el poder está en la ciudadanía organizada, y no en las instituciones.

¿Punto de quiebre a futuro?

La pregunta que se plantea a ambos expertos es también cómo evolucionarán las manifestaciones que hemos visto durante los últimos días a lo largo y ancho del país.

En ese sentido, Lafferranderie expone que “las marchas han provocado una ruptura y un potente llamado de atención: los jóvenes le han puesto un límite al sistema político de los adultos. Han trazado un nuevo campo que permite retomar el entusiasmo por el futuro”.

Castro Pérez, sin embargo, opina de una forma distinta. “Estas manifestaciones no son un punto de quiebre. Es la consolidación de varios años de nuevas prácticas de movilización política que se retrotrae a inicios de la segunda década del siglo XXI. La protesta de los llamados Pulpines, la campaña de memes durante la revocatoria de Susana Villarán, la movilización contra la Repartija, son todos antecedentes sostenidos en una organización que se dio a llamar “Las zonas”, y que se ha vuelto a activar, canalizando la fuerza de toda la sociedad”, detalla.

Liderazgos puestos en duda

La clase política al principio vio con incredulidad que una gran cantidad de jóvenes saliera a protestar de esa forma. Dijeron, entonces, que estaban siendo motivados por personas que buscaban generar inestabilidad al gobierno. Con el pasar de los días, fue quedando claro que se trata de una forma espontánea de manifestarse.

“La generación del bicentenario es un movimiento que no busca liderazgos: es la conciencia crítica de una sociedad que se ha cansado de la indiferencia y la normalización de la corrupción”, sostiene el directivo de la UPC.

“No hay liderazgos sobresalientes o determinantes, porque su lógica es la de la tendencia. Suma voluntades, configura constelaciones, no es la protesta caudillesca del siglo XX o de antes”, explica Castro Pérez. “Es un perfil de ciudadano con competencias tecnosociales similares en todos, por lo que todos son líderes en potencia. Algunos para algunos temas: estrategia, organización. Y otros para arte, expresión, y así, para cada aspecto habrá varios especialistas de recambio”, explica.