Francisco Sardón permite que lo tuteen, pero llamarlo “Pancho” es solo una licencia de quienes lo conocen desde que tenía 6 años. A pesar de tener una amplia lista de contactos que formó durante los 15 años que vivió en Chile, el CEO de Scotiabank cuenta a sus amigos íntimos de Arequipa, de donde es natal, con los dedos.
Ha estado buen tiempo por el sur...
La mayor parte de mis 25 años de vida profesional la pasé allá.
¿Qué extraña de Chile?
Salir de mi casa a caminar 15 cuadras a las 10:30 p.m. o que mi hijo de 10 años vaya en bicicleta a comprarse algún útil de escritorio, y sentirnos seguros. Lo otro es la infraestructura. Santiago es una ciudad muy desarrollada, con carreteras, autopistas. Aquí, si uno se quiere mover de San Isidro a La Molina porque tienes una reunión de amigos, o no vas o te la piensas mucho.
¿Qué lo motivó a regresar entonces?
Fueron varios motivos, el más fuerte es familiar. Por sus estudios, tengo una hija en EE.UU., una en Lima y dos en Santiago. Así que un día mi esposa tomó una decisión firme y me dijo: “bueno, ya te acompañamos 12 años. Nos dijiste que eran tres”. Porque, claro, mi idea era entrenarme en Chile y volver. Pero ahora la idea era que la familia no se siga desmembrando.
¿Cuál es el mejor consejo que les daría a sus hijos?
Siempre les digo dos cosas: las dos decisiones más importantes de un ser humano son con quién te casas y a qué te dedicas.
¿Por qué?
Si tu pareja te jala hacia abajo, y no solo me refiero al ámbito profesional, sino también emocional, si no refuerza tu autoestima o te da el cariño que necesitamos todos, termina siendo una tragedia.
Y sobre a qué te dedicas...
Más que lo que quieras ser, debes saber en qué liga quieres jugar. Una cosa es ser futbolista en el Atlético de Chiclayo y otra en el Barcelona. Puedes ser un pianista en un concierto de Barranco o en Viena. Tus satisfacciones van a ser distintas. No todo es monetario. Hace unos días, hablaba de Gian Marco, sobre que ahora vive en Los Ángeles y tiene una gran fama como compositor para otras personas. Si no hubiese salido de Lima, ¿podría estar así o estaría cantando en La Estación de Barranco? Decidió jugar en otras ligas.
Se suele hablar bien y mal de las personas con éxito...
Sí. La envidia está muy presente en la cultura latinoamericana. Creo que nada es regalado y cuando conozco gente a la que le va bien, siempre encuentro una historia de esfuerzo detrás que uno no ve. Se llama el “El iceberg del éxito”. Debajo están la disciplina, la constancia, la resiliencia.
¿En qué ha fallado?
Creo que mi talón de Aquiles ha sido decir las cosas directamente en una cultura dónde no es habitual y eso puede causar malestar.
¿Cómo lo maneja?
Siendo más sutil en la comunicación, menos directo, como nos gusta a los peruanos. Creo que es un defecto y debo vivir con él. Nos gusta que nos digan las cosas edulcoradas. No dices: “dame una taza de té”, sino “una tacita” como pidiendo un favor al mozo. Los arequipeños somos más duros.
EN CORTO
Carrera. Francisco Sardón cuenta que a sus 29 años entró como gerente de finanzas al entonces llamado Banco Financiero (ahora Banco Pichincha). Pero después se dio cuenta de que las grandes ligas estaban en bancos internacionales e ingresó a uno inglés. Allí obtuvo el ‘know how’ que se maneja en Nueva York, Londres o Dubái.