El zapatero argentino Norman Vilalta, que tiene su tienda-taller en Barcelona (España) y que cuenta entre su clientela con ilustres chefs, arquitectos y miembros de la aristocracia, vende “zapatos por todo el mundo”, ya que tiene “clientes de muy diversas nacionalidades”, como México, Venezuela, Colombia, Argentina y Brasil.
Vilalta confecciona zapatos de manera puramente artesanal junto a un “equipo pequeño” de zapateros orientales, que tienen “una gran pasión por este tipo de producto” y con los que ha establecido un “modus operandi” mediante el cual los unos se inspiran en los otros.
Los zapatos de Vilalta tienen un coste que oscila entre los 450 y los 1,495 euros (509 y 1,691 dólares) y su mercado de venta “en volumen más grande es el norteamericano”.
Aunque este artesano, proveniente de la región de la Patagonia, se ha hecho un nombre en el mundo de la zapatería, el oficio con el que empezó fue el de la abogacía.
Con 31 años Vilalta dejó de trabajar como abogado en Buenos Aires, “simplemente para poder crear zapatos”, y se trasladó a la ciudad italiana de Florencia, donde aprendió el arte de la zapatería de la mano de maestros artesanos como Stefano Bemer.
El arte del calzado
“Lo de los zapatos es un accidente. Es un objeto que me interesó mucho, pero en realidad mi búsqueda era la de crear belleza. Y el zapato es un punto muy alto en ese sentido”, dice el renombrado zapatero argentino.
En el 2004 buscó diferentes lugares para abrir su tienda de calzado a medida y Barcelona apareció en su camino. Desde aquel año Vilalta lleva creando sus zapatos desde su “atelier” en esta ciudad y reconoce que “fue una decisión muy acertada”, porque la capital catalana cambió su manera de entender el trabajo y “además influyó mucho en ideas y en estética”.
Hasta el 2014, Vilalta producía únicamente “bespoke shoes”, es decir, zapatos a medida. A partir de ese año también comenzó a realizar “ready-to-wear shoes”, es decir, zapatos producidos en serie con patrones que se repiten en función de la demanda.
Esta última variedad de zapatos ha salido retratada en las portadas de revistas tan prestigiosas como Esquire, GQ, T Magazine y Monocle, otorgando notoriedad y caché a la marca Norman Vilalta.
Un negocio vinculado a la Cofradía de San Marcos (que acoge al gremio de zapateros de Barcelona y fue fundada en 1202, por lo que se considera la más antigua del mundo), y que muestra constantemente un espíritu de mejora y un deseo por reinventar aún más el universo de la zapatería.
Este artesano se ha ganado una muy buena reputación y un reconocimiento internacional, gracias a su dedicación y amor por el oficio que profesa, y confiesa que “lo más importante de todo es aprender a buscarse un buen lugar donde aprender y empezar a caminar, sin duda, con mucha pasión porque sin ésta no se hace nada que valga la pena”.
De cara al futuro, Vilalta pretende hacer crecer su negocio “en producto”, quiere seguir diferenciándose “en este mercado” y subraya de manera optimista que “aún quedan muchas cosas por crear”.