(Bloomberg) Los estadounidenses preferirían no saber cuántas calorías hay en su Slurpee —nadie juzga, es un impulso comprensible— pueden dar las gracias a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), que ha demorado una norma que se los hubiera dicho. Pero, aun así, es información valiosa que debería ser más fácil de encontrar.

Se suponía que el requisito de la FDA de etiquetas de calorías en almacenes de cadenas, los pasillos de alimentos preparados en supermercados y los restaurantes entraba en vigor a comienzos de este mes.

Poco antes de que se colocaran las etiquetas, empero, el organismo anunció una prórroga.

Es difícil creer que muchos comercios y restaurantes no estuvieran listos. El Congreso aprobó el requisito de la etiqueta hace más de siete años, como parte de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible.

Muchos almacenes, respondiendo a lo que sus clientes quieren, lo han hecho y colocado las etiquetas de calorías a pesar de la demora.

Una explicación más factible de la paralización es la predisposición de la administración Trump por eliminar "lastres" para las grandes empresas alimentarias, como lo ha hecho para el petróleo, el gas, el carbón, las telecomunicaciones, las armas de fuego, las finanzas, y otros sectores económicos.

La espera de este año viene con un pedido de comentarios de despensas, cadenas de pizzerías, y otros acerca de "cómo podríamos reducir aún más la carga normativa".

La obvia amenaza es que la FDA puede también decidir debilitar la norma, como ya han pedido muchos operadores de despensas y almacenes.

Algunos almacenes querrían brindar la información en la caja en vez de etiquetas junto a la comida, por ejemplo.

Algunas cadenas de pizzerías quisieran librarse de la obligación de que la información sobre las calorías esté desplegada en sus sitios web y en el comercio.

Pero esto significaría que muchos clientes nunca verían la información. Y ello podría llevarlos a hacer selecciones que pueden causar más gordura, e ignorar el muffin o pastelillo de arándanos y optar las chispas de chocolate, por ejemplo, que tiene 400 más calorías.

Los oponentes a las etiquetas de menú argumentan que las etiquetas de calorías no necesariamente hacen que la gente elija opciones más sanas. Y es verdad que no hay estudios de gran escala y concluyentes sobre el asunto.

Pero algunos estudios grandes sugieren que la información de nutrición puede tener su efecto deseado. E independientemente de ello, es información que los consumidores deberían saber.

Otra posibilidad infortunada es que la FDA podría sucumbir a la presión de la industria alimentaria para posponer por tres años las etiquetas de "Datos de nutrición" que están previstas en todos los comestibles envasados para julio de 2018.

Estas son las etiquetas que desplegarán las calorías en negritas y requerirán que los "azúcares totales" estén acompañados de valores para los "azúcares añadidos", así los compradores pueden saber cuánto azúcar en su comida no estaba naturalmente presente, sino que fue agregado solamente por el sabor.

Scott Gottlieb, el nuevo titular de la FDA, ha expresado simpatía por las quejas acerca de la dificultad de cumplir con las nuevas reglas de etiquetado.

Dados los vínculos que la ciencia ha establecido entre los azúcares y la obesidad, la diabetes, enfermedades coronarias, y las caries, empero, les debe a los consumidores hacer que la información nutricional esté tan accesible como sea posible, y más temprano antes que tarde.