Por Parmy Olson
Una nueva ley en Portugal prohíbe que los jefes envíen correos electrónicos a su personal fuera del horario laboral, pero para algunos defensores existía una brecha: el personal no tiene el derecho legal de desconectarse y apagar sus dispositivos de trabajo fuera del horario. Fue un detalle que los legisladores portugueses decidieron no aprobar.
Independientemente de esto, las grandes tecnológicas tienen una solución que debería (en su mayoría) causar optimismo. Microsoft Corp. y Apple Inc. lanzaron recientemente un nuevo software que facilita la desconexión del trabajo. Estas herramientas y otras similares podrían sentar un precedente cultural más grande que cualquier ley.
Ignoremos la ironía, por un momento, de que las empresas cuyos productos nos atan perpetuamente al trabajo ahora quieran ayudar a romper nuestras cadenas. Estas nuevas funciones de “desconexión” son un paso en la dirección correcta, parte de un campo floreciente llamado software de experiencia del empleado.
En julio, Microsoft dijo que estaba expandiendo “Quiet Time” en su plataforma de chat, Teams, y su administrador de correo electrónico, Outlook. La herramienta permite a los usuarios bloquear las notificaciones de trabajo durante ciertos días y períodos de tiempo.
Apple también agregó el modo “Personal” a los iPhone, que se puede activar para bloquear las notificaciones relacionadas con el trabajo. La configuración le permite decidir qué personas pueden comunicarse con usted y qué aplicaciones pueden sonar durante su tiempo personal. Los mensajes y algunas aplicaciones de terceros incluso mostrarán su estado a quienes intenten comunicarse con usted. Y puede ocultar, si lo desea, todas las notificaciones en rojo que aparecen en los íconos del teléfono, correo y mensajes que desencadenan miniataques de ansiedad.
Lo que hace que estas funciones sean poderosas es la rapidez con la que se pueden activar. Podemos comparar el tiempo que toma configurar su correo electrónico para definir una respuesta fuera de la oficina con simplemente oprimir un botón en el teléfono o no hacer nada en absoluto si tiene automatizada la herramienta Quiet Time.
Microsoft dijo que expandió Quiet Time este año luego de que una encuesta revelara que la mitad de los encuestados se sentían agotados, en parte porque el trabajo remoto dificultaba la desconexión. Un portavoz de Microsoft dijo que el uso de sus nuevas funciones como Virtual Commute, que resume las tareas del día antes de cerrar la sesión, aumentó un 50% entre agosto y septiembre de este año.
Saul Klein, un inversionista en tecnología que trabaja en Londres con LocalGlobe, dice que las empresas están adoptando un enfoque más proactivo de la salud mental en parte para evitar la regulación. Su propia empresa se comunica completamente a través de WhatsApp, pero prohíbe a los miembros del equipo enviar mensajes en su chat grupal después de las 6 p.m. y antes de las 8 a.m. Sin embargo, advierte que no debe esperar demasiado de empresas y empleadores, porque las personas, en última instancia, tienen la responsabilidad de desconectarse.
Aún así, no se puede negar que incluso cuando Gobiernos como Portugal intentan evitar que los empleadores se excedan, las empresas de tecnología, con su vasto alcance global, tienen cada vez más influencia en nuestro comportamiento y hábitos diarios que los países. Analicemos los esfuerzos de los países el año pasado para configurar sistemas de rastreo de contactos para el COVID-19. Después de que varios Gobiernos intentaron crear sus propias aplicaciones, terminaron optando por el enfoque conjunto de Google y Apple, que logró una adopción pública más exitosa.
La influencia de la tecnología en nuestro equilibrio entre la vida laboral y personal conlleva riesgos, a saber, la privacidad. Microsoft, que ha dicho estar en contra de la vigilancia en el lugar de trabajo, vende “conocimientos sobre productividad y bienestar” a los empleadores. De esta forma, los gerentes pueden ver cuánto tiempo pasan las personas en reuniones o llamadas fuera del horario laboral. Luego obtienen un plan de acción para ayudar a que esos empleados logren una mejor desconexión.
Existe una tensión orwelliana extraña en torno al uso de software para monitorear a las personas y luego también para asegurarse de que no estén demasiado conectados; pero no es diferente a la rareza de un Gobierno que prohíbe a los empleadores enviar mensajes de texto a su personal.
Lo que importa es lo fácil que se está volviendo para los trabajadores “desconectarse” colectivamente ellos mismos, a través de sus teléfonos o computadores portátiles, cuando deciden que es apropiado. Históricamente, la elección individual ha sido más eficaz con el uso de la tecnología que con la regulación. Hace más de una década, los empleadores intentaron evitar que el personal usara dispositivos personales para los correos electrónicos del trabajo. Ahora llevar sus dispositivos personales es común.
El cambio real ocurre cuando suficientes personas aprovechan las nuevas normas culturales, porque la elección y las herramientas están ahí para que puedan hacerlo.