Therese Raphael
Cuando la BBC reflexionó hace unos años sobre las 50 cosas que hicieron la economía moderna, por supuesto que incluyó la píldora. Los anticonceptivos orales marcaron el comienzo de una revolución hace unos 60 años que liberó a las mujeres para planificar sus vidas. Significó que muchas podían matricularse en programas de posgrado y seguir carreras profesionales, aumentando los niveles de ingresos a largo plazo y estimulando un cambio económico de gran alcance.
Hoy en día no existe un equivalente evidente. Sin embargo, una nueva medida en Gran Bretaña para abordar las desigualdades en la atención médica podría resultar casi tan revolucionaria para las mujeres, y para un país que, como muchos otros, está experimentando una desaceleración de las tendencias de crecimiento a largo plazo y una población que envejece y vive más tiempo.
El Gobierno del Reino Unido prometió el año pasado “restablecer el dial” en la salud de la mujer, y su nueva estrategia se publicará en la primavera. Tendremos que reservarnos la opinión hasta entonces, pero la semana pasada el organismo regulador de medicamentos de Gran Bretaña se adelantó con una propuesta para que la terapia de reemplazo hormonal, o TRH, utilizada para tratar los síntomas de la menopausia, esté disponible sin receta y a un costo mínimo.
Actualmente se está realizando una consulta para que un solo producto —el estradiol, un estrógeno vaginal— esté disponible para las mujeres mayores de 50 años sin receta. Al igual que la decisión adoptada el año pasado por el Reino Unido de vender dos formas de anticonceptivos orales sin receta, esta medida conlleva muy pocos riesgos y quita un poco de presión a los médicos, que están sobrecargados. Sería un pequeño cambio, pero también un hito.
Durante décadas, la conversación sobre la menopausia ha estado sobrecalentada, inhibida o simplemente mal informada. La presión para cambiar esto ha venido de organizaciones sin fines de lucro como la Sociedad Británica de la Menopausia, un grupo bipartidista de legisladores del Reino Unido, miembros de la realeza, celebridades, los medios y la realidad económica. Un tercio de la fuerza laboral del Reino Unido ahora tiene más de 50 años, y este grupo demográfico es el segmento de trabajadores que crece más rápido.
Una minoría de las mujeres tiene la suerte de pasar por la menopausia sin mayores problemas. Pero tres de cada cuatro tendrán síntomas que alterarán su calidad de vida, como problemas para dormir, sofocos, confusión mental, irritabilidad, mal humor o ansiedad y problemas urogenitales. La “diversión” dura siete años, en promedio, pero puede prolongarse durante una década o más. Una cuarta parte de las mujeres experimentarán síntomas graves, según la Sociedad Británica de la Menopausia.
En todo el mundo, alrededor de mil millones de mujeres han llegado a la menopausia. En 2050, se calcula que serán 1,600 millones.
Para la mayoría de las mujeres, la menopausia comienzan alrededor de los 50 años, pero tiene fases y muchas mujeres experimentan síntomas a partir de los 40 años. Esta es una mala sincronización por parte de la naturaleza. Llega justo cuando las mujeres se encuentran en el punto álgido de sus carreras, o están listas para iniciar otra nueva, y cuando se enfrentan a las alegrías y tensiones de la adolescencia, la partida de los hijos mayores de la casa o el cuidado de padres ancianos.
Es difícil encontrar datos concretos sobre el impacto en el desempeño laboral de las mujeres, pero no hay duda de que la menopausia afecta sus carreras. En una encuesta realizada por YouGov en el Reino Unido, tres de cada cinco mujeres menopáusicas declararon que sus síntomas afectaban su vida laboral; casi un tercio dijo que había tomado licencia por enfermedad debido a los síntomas, aunque solo una cuarta parte reveló el motivo a sus jefes. Una encuesta realizada en octubre mostró que una cuarta parte de las mujeres con síntomas graves dejó el trabajo.
Hasta hace relativamente poco, la situación era muy lamentable. Muchas mujeres entendían poco de lo que estaba pasando. Metían la cabeza en el congelador, se desahogaban con el familiar más cercano o sufrían en silencio. Un estudio de 2012 descubrió que más del 60% enfrentaba la menopausia sin ayuda de un profesional de la salud, buscando apoyo en la familia o las redes sociales, pero la gran mayoría consideraba que tenía poca información para orientarse.
La terapia de reemplazo hormonal se generalizó en los años 60 con el uso de estrógenos. A lo largo de las décadas, ha sido calificada como un fármaco maravilloso o como un carcinógena, y una gran cantidad de productos y estudios diferentes ha dejado a muchas mujeres asustadas o confundidas.
Las ventas de TRH cayeron en picada a principios de la década de 2000, cuando dos estudios a gran escala, uno en el Reino Unido y otro en Estados Unidos, plantearon la preocupación de que aumentaba el riesgo de cáncer de mama y otras enfermedades crónicas. Los reguladores británicos emitieron un aviso de seguridad urgente en el que se indicaba a los médicos que prescribieran la dosis más baja posible solo para aliviar los síntomas. El tema seguía siendo tabú en muchos lugares de trabajo y hogares.
Poco a poco ha habido más luz y menos calor. Hay un mejor análisis de los datos y una comprensión más detallada de los riesgos y las áreas de incertidumbre. Robert Langer, uno de los investigadores del estudio estadounidense, lamentó posteriormente la frecuente interpretación errónea del trabajo, que exageraba el riesgo de cáncer de mama y enfermedades cardíacas. “Lamentablemente, el problema no era el estudio en sí, sino la forma en que se transmitieron las conclusiones a los medios de comunicación”, afirma Haitham Hamoda, ginecólogo consultor y presidente de la Sociedad Británica de la Menopausia.
Decenas de estudios han confirmado que la terapia hormonal, de la que existen muchos tipos, proporciona un alivio sustancial de los síntomas más comunes. Muchas mujeres descubren que les devuelve la vida. En Inglaterra, las mujeres pueden obtener una consulta virtual con un médico de cabecera y una receta que cuesta poco más de 9 libras (US$12) por un suministro de tres meses de una TRH combinada (estrógeno y progestágeno); el Gobierno presentó un proyecto de ley que elimina esos costos y establece servicios más amplios de apoyo a la menopausia. En EE.UU., los costos, incluso con cobertura de seguro, pueden ser fácilmente 10 veces superiores.
La cuestión es que no todas las mujeres son buenas candidatas para todos los tipos de terapias de reemplazo hormonal, e incluso cuando no existen complicaciones hay que tener en cuenta los riesgos. Es importante que un profesional médico especializado en el tratamiento de la menopausia las supervise.
Cuantificar los riesgos no es sencillo, ya que varían según la edad, el estilo de vida, el tipo de hormona, cuánto tiempo se toma e incluso la forma de administración. El organismo regulador de medicamentos del Reino Unido dice que en las mujeres de peso promedio que usan la terapia de reemplazo hormonal durante cinco años, es probable que se produzcan cinco casos más de cáncer de mama por cada 1.000 mujeres que usan la TRH con estrógeno únicamente, y 20 casos más por cada 1,000 mujeres con la terapia combinada de estrógeno y progestágeno. La TRH también conlleva un pequeño aumento del riesgo de cáncer de ovario. Ambos riesgos se invierten cuando se suspende la terapia, por lo que se suele recomendar a la mayoría de las mujeres que la utilicen durante cinco años o menos.
Hamoda dice que, después de años de grandes temores y algunas incertidumbres continuas, ahora se acepta más que el balance de beneficios y riesgos es favorable para la mayoría de las mujeres y que los riesgos deben compararse con otros factores de riesgo de cáncer, como el exceso de peso o la falta de ejercicio. “Si se mira de forma aislada, el riesgo de cáncer de mama no es tan alto como beber una pequeña copa de vino cada noche para una persona obesa”. Los estudios también han demostrado que la TRH se asocia con beneficios para la salud ósea, reduciendo el riesgo de fracturas y una pequeña disminución del riesgo de cáncer colorrectal.
El National Institute for Health Care and Excellence, o NICE, del Reino Unido publicó una guía completa sobre la menopausia en 2015, declarando inadecuadas las disposiciones de atención existentes en Gran Bretaña. Cada vez son más los empleadores que establecen políticas sobre la menopausia con la ayuda de varios nuevos proveedores de servicios basados en la tecnología, como Peppy Health. El hecho de que tantas mujeres de renombre, desde Michelle Obama hasta Emma Thompson y Oprah Winfrey, hablen sobre la menopausia también está fomentando que se converse sobre el tema.
Una mayor conciencia conlleva también más oportunidades. En la actualidad parece haber un flujo interminable de podcasts, libros y productos dirigidos a las mujeres con menopausia. El mercado mundial de reemplazo hormonal (del que el tratamiento de la menopausia es la mayor parte) fue de US$13.400 millones en 2020 y se prevé que crezca a US$21.490 millones en 2028. Sin embargo, la pandemia ha afectado tanto la oferta como la demanda de TRH. Mientras los fabricantes, como Novartis AG, Pfizer Inc. y otros, tenían problemas para abastecerse de materias primas, muchas mujeres tenían dificultades para conseguir citas con el médico de cabecera o no querían molestar a un sistema de salud sobrecargado.
La medida adoptada por el Reino Unido para que un producto específico de TRH esté disponible sin receta médica puede parecer pequeña. Pero la tendencia a una mayor información sobre la menopausia y a un mejor acceso a una variedad de tratamientos traerá también otros cambios. Al igual que con la píldora el siglo pasado, dar a las mujeres más control sobre sus cuerpos significa que tendrán más control sobre sus vidas.