(AFP) El diálogo entre el gobierno chavista y asoma dificultades que amenazan una pronta solución a la crisis venezolana: los primeros días de tregua, con insultos y posturas irreconciliables en torno a la salida del chavismo del poder complican el panorama.

Ambas partes se sentarán de nuevo a la mesa el 11 de noviembre, tras arrancar el diálogo el pasado domingo con auspicio de El Vaticano. La oposición espera ver ese día los primeros resultados, pero el presidente Nicolás Maduro dice no aceptar un ultimátum.

La opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) espera "gestos de reciprocidad" luego de que el pasado martes suspendió un juicio de responsabilidad política contra Maduro y una marcha al palacio presidencial de Miraflores, vista por el chavismo como un abierto desafío.

"La oposición tiene una necesidad imperiosa de mostrar hechos concretos del diálogo en corto plazo, porque si no la gente va a empezar a pasarle la factura", declaró a AFP el analista Eugenio Martínez.

Líderes opositores como Henrique Capriles afirman que si el próximo viernes no hay nada concreto, el diálogo fracasará. Pero estos resultados parecen difíciles de alcanzar en breve, más allá de una liberación de opositores presos, tras los cinco excarcelados el pasado lunes.

"En diez días no se van a resolver los problemas del país ni a cumplir las exigencias", apuntó Martínez.

El jueves, uno de los negociadores de la MUD, Carlos Ocariz, destapó la carta más fuerte de la oposición en el diálogo: el adelanto de las elecciones presidenciales de diciembre del 2018 al primer trimestre del 2017.

Poco después, el mandatario socialista acusó a la MUD de estar creando "falsas expectativas" y reiteró que gobernará hasta el final de su mandato, en enero del 2019.

"Yo alerto, sobre todo a los seguidores de la oposición: les están mintiendo una vez más. Ni con votos ni con balas vendrán más nunca a Miraflores (la sede de la presidencia)", advirtió Maduro.

El analista Benigno Alarcón ve poco probable que el gobierno acepte ahora un adelanto de elecciones, tras haber maniobrado con la justicia y el poder electoral para suspender un referendo revocatorio contra Maduro que amenazaba la continuidad del chavismo.

Dictadores y terroristasPero el diálogo no solo ha sufrido tropiezos de fondo. La retórica incendiaria no ha perdido fuerza, aunque ambas partes se habían comprometido a "disminuir el tono de agresividad del lenguaje", según el acuerdo que formalizó la mesa de conversaciones.

El mismo día en que la oposición anunció la tregua, Maduro acusó de "terrorista" a uno de los principales partidos de la MUD, Voluntad Popular (VP), del encarcelado Leopoldo López, por haberse marginado de las conversaciones.

Aunque Maduro ha bajado un poco el tono desde entonces para que, como dijo irónicamente, la oposición no vaya a acusarlo con El Vaticano, la artillería sigue.

El número dos del chavismo, Diosdado Cabello, acusa a la MUD de haber aceptado el diálogo por "orden" de Estados Unidos, y la llama "burguesía apátrida".

Para la oposición, esa es una muestra de que el gobierno no quiere el diálogo y busca dividirla entre "dialogantes y radicales", pero sus líderes también siguen reiterándole a Maduro que tiene un "gobierno decadente y moribundo".

"Ese sujeto patético y mentiroso compulsivo está intentando provocar indignación y desaliento en el pueblo democrático. Estamos ante un régimen malandro (delincuencial) que devino en dictadura", afirmó el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba.

Más allá del lenguaje corrosivo, el politólogo Nícmer Evans afirma que "la polarización le hace hoy un tremendo daño al país, ya que no representa a la mayoría de la población que cada vez se siente menos identificada" con la cúpula chavista y con la MUD. Papel de El VaticanoMaduro sostiene que la MUD trata de "buscar razones y excusas" para levantarse de la mesa; la oposición dice no confiar nada en el gobierno y que sólo está en el diálogo por la presencia de emisarios del papa Francisco.

El Vaticano acaba de jugar un papel clave en los conflictos de Cuba y Colombia, pero está por verse su capacidad de acercamiento en el complejo escenario venezolano, en el cual intervino muchos meses después de que fuera mencionado como posible mediador.

Pero ¿qué busca El Vaticano? "La MUD piensa que vino para botar al chavismo, y no necesariamente llegó a eso, sino a tratar de darle gobernabilidad a Venezuela, y que eso implique mantener a los chavistas en el poder con algún reconocimiento a la oposición", afirmó Martínez.

Estados Unidos también juega su rol. El subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, Thomas Shannon, estuvo esta semana en Caracas y el viernes afirmó que "mucho dependerá de la buena fe" de los participantes del proceso que haya un acuerdo, aunque apuntó que el gobierno "tiene la llave" del éxito del diálogo.

El escepticismo reina. Para Martínez y Alarcón, el gobierno "gana tiempo" en la negociación, tras haber desactivado la presión en la calle con la suspensión de las protestas a las que convocaba la oposición.