Redacción Gestión

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(Bloomberg) Francia se encuentra en la línea de fuego. De los 16 atentados terroristas que tuvieron lugar en países occidentales este año, cinco de ellos fueron en Francia, incluido el más mortal de todos – el ataque de este jueves aparentemente perpetrado por un lobo solitario en Niza, en el que murieron al menos 84 personas.

Poco más de una semana antes del atentando, una comisión creada por el Parlamento francés dio su versión de las razones por las cuales Francia se encuentra en estado de peligro en un exhaustivo informe. Aparte de la amenaza objetiva que enfrenta el país por su pasado colonial y por los problemas que ha tenido para integrar a los inmigrantes del norte de África, también sufre de una vigilancia inadecuada.

"Todos los ciudadanos franceses que realizaron ataques dentro del territorio del país en 2015 eran conocidos, de una forma u otra, para los servicios judiciales, penales o de inteligencia", dice el informe. "Todos ellos están en los expedientes y han sido vigilados, escuchados o encarcelados a lo largo de su paso por delincuencia hacia la radicalización violenta".

Al igual que en el caso de Omar Mateen, el tirador de Orlando, los servicios de seguridad franceses vigilaron a varios de los terroristas que más tarde cometieron los peores atentados de 2015 – como los hermanos Kouachi, quienes masacraron al personal del semanario satírico Charlie Hebdo. Fracasaron en implementar medidas de vigilancia sobre Amedy Coulibaly, que tomó rehenes en París justo después de aquel atentado. Samy Amimour, que en noviembre pasado abrió fuego contra el público asistente a un concierto en París, había viajado a Siria, había sido interrogado y puesto bajo control administrativo; sin embargo nada se hizo cuando faltó a varios controles semanales seguidos y una falta de coordinación entre la policía y los servicios de inteligencia provocó que Amimour no fuera localizado. El servicio de inteligencia turco, había dicho a las autoridades francesas que otro tirador en el atentado al teatro Bataclan, Omar Mostefai, era un radical peligroso, pero tampoco fue vigilado.

La lista continúa. No es que las agencias de seguridad de Francia no contaran con los recursos para vigilar a los presuntos terroristas: según el informe, en 2015 los servicios de seguridad de Francia tenían una cuota de 2.700 personas cuyas comunicaciones podrían ser intervenidas, pero la supervisión real ni siquiera se acercó a ese número.

Desde principios de 2015, las agencias francesas encargadas del orden público han prevenido nueve atentados terroristas, principalmente al vigilar a sospechosos conocidos que simpatizan con el Estado Islámico, pero se les han pasado muchos otros. La burocracia que rodea la aplicación de las leyes en Francia está en un permanente estado de reforma, pero los servicios todavía trabajan a menudo en forma independiente. Por ejemplo, existe una falta de coordinación entre la gendarmería, que vigila a la Francia rural, y la inteligencia local. Muchos de los futuros terroristas se radicalizan en las prisiones francesas, pero se supone que una fuerza de "inteligencia carcelaria" de solo 114 personas debe controlar la evolución de tales eventos en una población penal compuesta por 68.000 internos y 235.000 personas en libertad condicional.

Según informes, el 60% de los prisioneros franceses son musulmanes, frente al 8% de la población total de Francia. El país tiene un problema que es conocido por todos con respecto a la integración de la comunidad musulmana: se ve afectada por un alto nivel de desempleo y está concentrada en guetos en la periferia de las grandes ciudades, terreno propicio para todo tipo de crímenes, desde el micro tráfico de drogas hasta el terrorismo. Los jóvenes con antecedentes penales son excelentes candidatos para la radicalización: les da un motivo por el cual luchar. Aún así el Gobierno francés apenas dispone de un sistema para monitorear el respaldo al islamismo radical de este grupo de riesgo.

Así fue como la policía francesa fracasó en impedir el ataque en Niza del residente de 31 años nacido en Túnez, quien condujo un camión pesado de alquiler contra una multitud de personas en el Paseo de los Ingleses el jueves. Al igual que otros terroristas franceses antes que él, la policía lo conocía por varios actos de violencia menores, sin embargo, nunca fue investigado por conexiones o inclinaciones terroristas. La comisión parlamentaria hizo 40 propuestas dirigidas a impulsar la capacidad de Francia para luchar contra el terrorismo. Estas van desde simples medidas como más prácticas de tiro para los policías –algo que podría haber evitado que el conductor del camión de Niza se abriera paso entre la multitud durante el tiempo que lo hizo– a la creación de un servicio de inteligencia carcelaria más sólido y una mejor coordinación para la lucha contra las actividades terroristas.

Eso no va a eliminar de raíz los problemas de todos los atentados franceses – la hostilidad entre la comunidad musulmana y gran parte del resto de Francia y la globalización del terrorismo, que convierten al país en un objetivo conveniente debido a la herencia cultural y lingüística que dejó la nación en sus antiguas colonias. "Ya no hay que pensar en términos de franceses o de residentes, hay que pensar en los francoparlantes", dijo a la comisión Patrick Calvar, director de inteligencia nacional de Francia. "Miles de tunecinos, miles de marroquíes y argelinos pueden ser enviados a nuestro territorio".

No obstante, estos problemas no tienen una fácil solución. Probablemente serán imposibles de resolver en nuestros tiempos porque se originaron a lo largo de varios décadas. Todo lo que Francia puede hacer en el corto plazo es mejorar la vigilancia, hacerla más ágil y asegurar que los indicios no se crucen ni se extingan en medio de la burocracia.

El Gobierno francés se da cuenta de eso y está siendo bien aconsejado, pero mientras giran los engranajes de la burocracia y se reforman las grandes estructuras, más atacantes se filtran a través de la red.

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