El descubrimiento de un mural de unos 3,200 años de antigüedad, rescatado a último momento de su destrucción total en medio de un campo de cultivo, ha puesto nuevamente en evidencia el deslumbrante desarrollo y la compleja cosmovisión que tenía el mundo prehispánico en la costa norte de Perú.

Esta “joya arquitectónica muy antigua” fue encontrada casi de manera fortuita por el arqueólogo Régulo Franco, quien acudió ante la alerta de que se estaba destruyendo un montículo arqueológico en una zona de cultivos en el valle de Virú, en la región norteña de La Libertad, a unos 510 kilómetros de Lima.

Recibí una llamada el 11 de noviembre del año pasado, de un amigo, quien me informó que habían destruido una huaca (templo prehispánico), dentro de un gran montículo, y que habían dejado expuestas una hermosas pinturas murales”, relató Franco sobre este gran descubrimiento.

3,200 años de antigüedad

Cuando el amigo le dio la voz de alerta también le envió una fotografía de lugar, que dejó a Franco “impresionado” porque constató que tenía “mucho valor arqueológico”.

Fui al sitio y pude observar que se trata de un edificio pequeño, de la cultura Cupisnique, que tiene una data que calculamos en 3,200 años de antigüedad, y con pinturas murales”, detalló.

En su origen, esas pinturas no se mostraban hacia el exterior, sino que muy probablemente estaban relacionadas con otros espacios arquitectónicos o ceremoniales de esa milenaria cultura prehispánica.

Lamentablemente fueron destruidos por maquinaria pesada a cargo del propietario del campo de cultivo donde se ubica el montículo o la huaca, que ha sido bautizada por mí como ‘Tomabalito’, porque muy cerca se encuentra el sitio del “castillo de Tomabal”, de la cultura Virú (200 a.C.-500 d.C.)”, indicó el investigador.

Proyecto de emergencia

Franco, quien es acompañado en esta gestión y las labores documentales por el arqueólogo Feren Castillo, decidió preparar un proyecto de emergencia para hacer una primera investigación durante tres meses y, muy probablemente, encontrar otros murales hacia el lado oeste, que aún está cubierto por un gran relleno arqueológico.

Ahí falta por descubrir más representaciones y, obviamente, al interior del recinto ceremonial, que tiene esquinas curvadas, que es una de las características del periodo formativo, incluso antes de la ocupación Cupisnique”, explicó Franco.

Precisamente, los expertos indican que la arquitectura con esquinas curvadas en Perú data de hace unos 5,000 años, ya que también ha sido encontrada en importantes sitios como el templo de Ventarrón, en el valle de Lambayeque, por el arqueólogo Ignacio Alva.

Una gran destrucción

A pesar de las buenas intenciones, esta intervención de emergencia no pudo concretarse por la pandemia y falta de financiación, pero las prospecciones en la zona han permitido determinar algunas de las evidencias arquitectónicas Cupisnique.

En su estructura, en su construcción y en los rellenos hemos evidenciado la presencia de adobes cónicos, elaborados a mano que son muy propios de esta cultura, que más o menos data de los 1,000 o 1,200 años antes de Cristo”, refirió Franco.

El arqueólogo le informó a la Dirección Desconcentrada de Cultura de La Libertad que “este gran hallazgo” había sido destruido en casi 60% por maquinaria pesada, por lo que se decidió tomar las acciones legales y ver un proyecto para proteger el monumento.

Joyas en campos de cultivo

Franco, un experimentado arqueólogo con décadas de trabajo en la costa norte del Perú, donde dirige el célebre complejo arqueológico El Brujo y el Museo de Cao, comprobó mediante antiguas fotografías aéreas que el montículo arqueológico era más extenso y que su destrucción ha sido producto del avance de los campos de cultivos.

Muchos de esos montículos eran grandes conjuntos arquitectónicos y poblados, que desafortunadamente fueron destruidos por completo con maquinaria a través de los siglos, con el objetivo de dedicarse a sembrar, en principio, algodón, y ahora caña de azúcar”, lamentó.

Precisamente, “Tomabalito” no es un montículo aislado, sino que probablemente estuvo asociado “a todo un complejo de estructuras público ceremoniales que han sido destruidos con el tiempo” y, a su vez, está vinculado directamente con el cercano río Carabamba.

Seres del agua y la fertilidad

Los murales descubiertos, y los que muy probablemente aún falta por encontrar, “se presentan hacia el este, hacia la salida del sol” y muestra seres similares a los de Cupisnique “descubiertos en otros soportes en diferentes sitios de la costa norte de Perú”.

Se trata de “imágenes de seres sobrenaturales vinculados con la fertilidad, con la fecundidad, con el agua, con las lluvias”, que siempre ha sido “un elemento vital para todas las sociedades de todos los tiempos”.

Franco remarcó que en la época de ocupación Cupisnique, el valle de Virú “estaba muy poblado, porque no solamente se trata de este templete descubierto, sino de otras estructuras también importantes que están en las dos márgenes del río Carabamba, en sitios muy importantes que falta investigar en el futuro”.

Ahora, con la presencia del Ministerio de Cultura, se buscará proteger las pinturas murales para evitar una mayor destrucción o el ingreso de vándalos o “huaqueros” (saqueadores), con la expectativa de “en un futuro muy cercano, quizá terminada la pandemia” se pueda iniciar un trabajo especializado en el lugar.

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