A quince días de terminar el 2020, la posibilidad de tener una segunda ola de contagios en el Perú continúa aumentando, así como la incertidumbre en torno a la llegada de la vacuna contra el COVID-19.
Uno de los principales indicadores del rebrote que está existiendo en el país es el índice de positividad, que hasta el mes de noviembre se encontraba en 5% a nivel nacional con pruebas moleculares. En los últimos días se observó un aumento en el 6%. Sin embargo, la situación no es muy alentadora en algunas regiones.
En Apurímac, Huánuco y Lambayeque se tienen registros superiores al 30%. A ello se suma, la lejana esperanza de tener vacuna en los primeros meses del 2021, lo cual permita amortiguar la expansión del virus.
Bajo este contexto, Fernando Mejía, investigador del Instituto de Medicina Tropical Von Humboldt de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) señala que, ante la inexistencia de una vacuna en el país, es necesario redoblar los cuidados para evitar los contagios y expansión del coronavirus.
“La vacuna es un complemento, pero no lo fundamental. Lamentablemente el mensaje que se ha brindado ha demostrado lo contrario, cuando lo importante es el comportamiento de la gente. Las personas deben saber qué hacer si se infectan, porque eso pasará. Espero que la vacuna llegue pronto, pero no debe ser lo principal. Es una añadidura a todo lo que se tiene que hacer”, dijo a Gestión.pe.
El especialista estima que un tercio de la población peruana se ha contagiado y que todavía hay riesgo de un rebrote fuerte. Pero, estima que la segunda ola no tendrá picos tan altos como la primera porque habrá menos personas susceptibles, es decir, personas que no han estado expuestas al virus.
“No creo que lleguemos a los mismos niveles de mayo o junio. Pero es necesario cuidarse por las condiciones en que está nuestro sistema de salud”, comenta. Añade que existe cierto riesgo en las personas de sectores socioeconómicos A y B, porque solo una de cada diez estuvo expuesta al contagio.
Con relación a la ubicación de los contagios, estima que será similar a la primera ola. Es decir, el rebrote comenzará en el norte, llegará a Lima y terminará en el sur.
En tanto, Miguel Palacios Celi, decano nacional del Colegio Médico del Perú (CMP) afirma que el Gobierno ha cometido el error de basar toda su estrategia de salud pública esperanzado en la llegada de la vacuna. Por eso, considera que la economía fue abierta nuevamente a los niveles que se encuentra en la actualidad, provocando el relajamiento de la población.
“El Gobierno no puede estar en pasividad con esta crisis sanitaria que se avecina, tiene que tomar medidas de salud pública de inmediato que significa aplicar restricciones para impedir que la tasa de contagios se eleve considerablemente”, explica.
Añade que junto a los diversos comités que conforman el CMP están analizando propuestas como de retomar la cuarentena focalizada en algunas regiones del Perú con mayor incidencia de contagios y menor capacidad hospitalaria. Una de ellas plantea volver al confinamiento entre el 22 de diciembre al 6 de enero para evitar contagios en las fiestas de fin de año. Otra, estar tres días con inmovilización social. En total son cinco que serán debatidas y luego presentadas al Gobierno.
Resalta que el confinamiento no debe ser general sino focalizado, porque el comportamiento del virus es heterogéneo y depende de la realidad de cada región. En cambio, una generalizada si tendría consecuencias negativas en ciertos lugares.
Vacunas
El último martes, la ministra de Relaciones Exteriores, Elizabeth Astete Rodríguez, reafirmó lo anunciado por la presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez, de que las vacunas contra el coronavirus estarán en el Perú en el primer semestre del 2021.
Del mismo modo, ratificó que se tiene asegurado un lote de 13.5 millones de vacunas de parte de Covax Facility, la iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que llegarán a partir del segundo semestre del 2021.
“El mandato que tenemos es acelerar los procesos en marcha. Acuérdense que por los mismo que es una pandemia, los tiempos de elaboración de vacunas son de 5 a 10 años, se ha reducido a 9 meses, conlleva a una serie de elementos de tener presente”, dijo la canciller, quien afirmó que están avanzando con las negociaciones.
No obstante, todavía no tiene acuerdos cerrados con laboratorios a diferencia de otros países de la región como Argentina, México y Chile, que han logrado separar sus respectivas dosis.
Para Palacios, esta situación demuestra que ha faltado decisión empresarial, por parte del Gobierno, de hacer un contrato asumiendo los riesgos que significaba no tener una vacuna totalmente certificada.
“Si bien (las vacunas) todavía no tienen una certificación rutinaria o normal, poseen una certificación para usarse en situaciones de emergencia como la que vivimos. No tendrán una certeza del 100%, pero son seguras en el orden del 95% según sea el fabricante, aun así, lo han aceptado otros países. No podemos ser tan pegados a las normas”, manifiesta el decano del CMP.
Considera además que el Estado debió ser más flexible porque son las vacunas que se están utilizando en todo el mundo. No tenerlas traerá más dificultades para administrarla a los millones de peruanos.
“La crisis política ha incidido en la demora de traer vacunas, pero no ha sido la principal causa, sino el temor, ingenuidad o negligencia. (...) Ahora habrá un mercado cerrado, incluso muchos países han comprado más cantidades de dosis que las que necesitan”, advierte.
La incertidumbre continúa por una posible llegada de la segunda ola. Pero, según especialistas por el momento es mejor aumentar los cuidados.