Los indígenas amazónicos amahuacas fueron asesinados y esclavizados hace un siglo durante la fiebre del caucho. Aunque ahora sus territorios están demarcados, la lucha por la vida continúa, pues sus tierras están cercadas por mineros ilegales hambrientos de oro.
En la aldea Boca Pariamanu, a casi dos horas en automóvil y bote desde Puerto Maldonado, en la selva central de Perú, los amahuacas celebran una victoria: después de años de conflicto con concesiones de castañas de Brasil, lograron revalidar en junio el título de su territorio de 4,400 hectáreas de selva.
El título es importante "para poder monitorear" el territorio "y no ser invadidos por la minería, por la tala ilegal o invasiones de colonos", explica Julio Rolin, presidente de la comunidad de Boca Pariamanu.
Esa demarcación garantiza un futuro a los casi cien habitantes de la aldea, una de las 38 comunidades nativas de Madre de Dios, la región amazónica de Perú más devastada por la minería ilegal y contaminada por el mercurio usado para extraer oro.
La titulación de tierras brinda "seguridad jurídica" y sin ella "no podíamos acceder a los programas sociales" del Estado, que incentivan, por ejemplo, la conservación del bosque, dice Rolin, también nombrado veedor forestal para evitar que los mineros ingresen a su territorio.
“Está malogrando el bosque”
Las autoridades reportan 11,000 hectáreas deforestadas en la región de Madre de Dios solo en el 2017, la tasa más alta de los últimos 17 años. Entre el 2001 y 2016 fueron depredadas dos millones de hectáreas de bosque amazónico peruano.
"La minería deja el agua sucia, contaminada, ya no hay peces. Aparte de eso está malogrando el bosque por otros lados y se ve feo", dice Adela Aguirre, mientras su hija Valeska revolotea por el pueblo sin alejarse demasiado de su madre.
Esta mujer de 23 años teme que la devastación llegue a la apacible comunidad.
Según la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), que vela por los derechos indígenas en Madre de Dios, en 11 de las 38 comunidades hay concesiones mineras entregadas por el gobierno regional, y una de ellas cubre el 100% del territorio de los nativos.
Amparado en la ley que considera el subsuelo como propiedad nacional, el gobierno puede entregar concesiones mineras o petroleras en cualquier lugar.
Por eso "nosotros estamos pidiendo que en territorios indígenas no se puedan otorgar derechos de terceros", dice Julio Cusurichi, presidente de la Fenamad.
Del caucho al oro
Como decenas de pueblos amazónicos, los amahuaca fueron masacrados y esclavizados por los caucheros a fines del siglo XIX e inicios del XX. Hoy, que son unos 250, la historia de sufrimiento continúa con la expansión de las industrias extractivas y el agronegocio en esta selva con una de las mayores biodiversidades del planeta.
Basta cruzar el río Pariamanu para ver enormes áreas de bosque deforestado y los cráteres enlodados que dejan los mineros. De fondo se escuchan las maquinarias que abren la tierra sin parar.
Imágenes satelitales en Google Earth confirman que hay varias zonas de minería frente a territorio amahuaca, algo que no ocurría antes, según la comunidad.
El alza del precio del oro durante la crisis de 2008 aumentó el interés por el metal y atrajo a la región a miles de mineros ilegales, dando origen al poblado minero La Pampa. Con ellos también llegó la trata de personas, el tráfico de mercurio, el sicariato y la prostitución.
Perú es el quinto productor mundial de oro.
En febrero pasado, el megaoperativo policial y militar "Mercurio" desmontó La Pampa y desplazó a sus miles de habitantes, pero líderes indígenas advierten que los mineros ilegales siguen al acecho.
"Eso todavía nos preocupa, sacan a esos 30.000 (residentes) y ¿a dónde van a ir? Esos se van a ir a los territorios [nativos], van a ir a otras partes de la reserva", afirma Cusurichi.
Ruegos del papa
La minería aurífera solo deja un rastro de deforestación y contaminación de las aguas con mercurio. Los peces que comen los nativos tienen el metal pesado.
"El mercurio se enmascara en casi 160 síntomas", que van desde un dolor de cabeza, perdida de sueño, irritabilidad y alergias hasta cáncer, enfermedades cardíacas o del páncreas y daños en los cromosomas, dice el director nacional de la CINCA, César Ascorra, con 25 años de trabajo en Madre de Dios.
Muchos reconocen que el operativo que desmanteló la minería ilegal en La Pampa, solo ocurrió porque en su visita a Madre de Dios, en enero del 2018, el papa Francisco hizo un llamado a proteger la Amazonía.
Aunque saluda que el papa reconociera las fallas de la Iglesia católica ante los indígenas, Cusurichi observa que "la Iglesia y otros grupos religiosos han sido cómplices de la pérdida cultural de los pueblos".
Sin embargo, confía en que el Sínodo sobre la Amazonía, que se celebra en octubre en Roma para discutir los "nuevos caminos de la Iglesia" en la región amazónica, ayude a empoderar a los nativos sobre sus territorios.
Ayer fue el caucho, hoy el oro ilegal. ¿Mañana?