Para hablar de innovación y enfrentar los futuros retos globales, deben estar presentes la creatividad, comunicación, colaboración, pensamiento crítico, curiosidad, adaptabilidad y la preocupación social y cultural, señaló el exdirector de la Dirección de Innovación Tecnológica en Educación del Ministerio de Educación (Minedu), Víctor Freundt.
Explicó que innovar en la gestión pública se puede definir como un proceso inclusivo e iterativo para diferenciar problemas públicos, cocrear, prototipar e implementar soluciones viables que modernicen al Estado y agreguen valor a las personas.
“La innovación debe ser real y no una idea, ser algo nuevo con respecto a lo que ya exista, y que mejore la calidad de vida de las personas. Claro está que el proceso para conseguir una innovación de producto, servicio o experiencia implica generar previamente una cultura de transformación constante donde exista una formación y fortalecimiento de nuevas habilidades”, indicó.
Pasos para tentar con un Estado más innovador
Para conseguir un proceso de innovación en el Sector Público, un primer paso, según Freundt, es aplicar el pensamiento de diseño que tiene como eje a la empatía; es decir, escuchar, entender, observar, conocer a la persona, sus propósitos en la vida y, sobre todo, sus principales problemas.
“Parece fácil pero los actuales problemas en Perú son una evidencia de que ello no suele ocurrir en el Sector Público, y ello se convierte en una interesante oportunidad para innovar”, afirmó el también consultor de innovación en gestión pública y vicepresidente de la Asociación Fab Lab Perú.
Como una siguiente etapa, ya se pasaría a la definición del problema, en donde es clave contar con datos, cifras, testimonios, entrevistas y una exhaustiva investigación de fuentes secundarias.
Este proceso de definir da paso a la ideación de soluciones, en la que se tendría que contar idealmente con la participación de diferentes actores del Sector Público, privado, académico, comunicacional, sociedad civil e incluso religioso (considerando que en Perú hay un gran número de creyentes).
“Luego de idear, se encuentra el prototipado de la propuesta de solución que no implica algo tecnológico exclusivamente. Contando con ello, la última etapa es la validación con los usuarios; es decir, con aquellas personas que tienen el problema o necesidad, donde es clave contar con metas e indicadores para saber si la innovación realmente es de alto impacto”, precisó.
Si finalmente la solución responde al problema, podría replicarse en diferentes regiones del país, contar con una mayor inversión y, en el mejor de los casos, presentarse como un caso de éxito para organizaciones nacionales e internacionales, según Freundt.
Perspectivas
También indicó que hacia adelante se puede “jugar” con ciertas incógnitas base para poder determinar si se está trabajando en un marco de innovación. Estas son las siguientes:
- ¿Los servidores públicos cuentan con espacios y momentos para ser creativos?
- ¿Existe un incentivo para fortalecer el pensamiento crítico y cuestionar normas, leyes, roles, funciones ya establecidas años atrás?
- ¿Se fomenta la adaptabilidad al cambio constante en los gobiernos nacional, regionales y locales?
- ¿Cuántos proyectos intersectoriales cumplen con la colaboración ágil y multidisciplinaria para su diseño e implementación?
- ¿Los ministerios cuentan con estrategias de comunicación empleando lenguas originarias?
“Innovar en la gestión pública no es una misión imposible. Ya hay gente que ha dado los primeros pasos, pero aún es poca en comparación con el universo total de servidores públicos. Es tarea de todos sumarse a la generación de estos cambios y explorarlos desde las diferentes profesiones, procedencias, edades y sectores porque, cuanto más variadas las perspectivas, un Estado más innovador e integrado se logrará a mediano plazo”, puntualizó.