En el año 2002 empezó el proceso de descentralización en el Perú, donde la idea apuntaba a que el Estado pueda ser más cercano a los ciudadanos y estar más al tanto de sus necesidades, por lo que habría una provisión más eficiente de servicios públicos. En el otro extremo, los ciudadanos serían más cercanos al Estado y por tanto, tener una mayor demanda de transparencia en la rendición de cuentas.
“Sin embargo, a la luz de los resultados, podemos decir que el sistema de descentralización ha fallado, no ha generado los resultados esperados”, indicó Daniel Barco, economista de la oficina regional del Banco Mundial (BM), durante su participación del evento “Reforma del Estado y gestión pública de Perú”, organizado por Perú Debate 2021.
Barco sustentó esta afirmación realizando un análisis del Indice de Desarrollo Humano, en el cual se observa una diferencia entre dos localidades del Perú.
El Índice de Desarrollo Humano del 2018 de Lima era de 0.7 mientras que el de la región Huancavelica era de 0.3, es decir, existe una diferencia de 0.4 puntos. Esta escenario -precisó - es similar a la diferencia que existe entre Estados Unidos (0.9) y Haiti (0.5).
“Claramente estas diferencias de desarrollo humano en acceso a oportunidades son demasiado elevadas como para pensar que el proceso de descentralización haya tenido un efecto positivo”, afirmó.
Los múltiples motivos
El economista del organismo mundial señala que existen múltiples motivos por los cuales este proceso de descentralización ha fallado. Uno de ellos el elevado traslape en la asignación de responsabilidades de gasto entre los diferentes niveles de gobierno.
“Estos gastos son en muchos casos compartidos, lo que genera mucha confusión respecto a quien es el verdadero responsable. Muchas veces cuando la responsabilidad de gasto es compartida por dos o más instituciones, se da el caso de que ninguna de estas instituciones se hace cargo”, afirmó.
Otro motivo identificado es la estructura de los ingresos de los gobiernos regionales, en donde hay una participación de transferencias altamente discrecionales.
Explica que las transferencias ordinarias se otorgan sobre la base de la oferta, por lo que se realiza “por inercia”.
“A aquellas regiones que tienen hospitales se le da el presupuesto para que funcione, pero aquellas regiones en las cuales no hay hospitales, aún cuando haya grandes demandas por la provisión de salud, no tienen el presupuesto adecuado. Entonces están asignadas sobre la base de oferta y no sobre la demanda de servicios públicos”, sostuvo.
De igual manera, otro factor que viene perjudicando al sistema de descentralización es la alta disparidad en los ingresos que existe a nivel local (municipalidades).
Según indicó, la municipalidad que tiene ingresos más altos per cápita alcanza los S/ 75,475 anuales, mientras la municipalidad que tiene los ingresos más bajos apenas llega a los S/ 161, lo que refleja una diferencia de 500 veces.
“Esto evidentemente nos habla de una situación en la cual la desigualdad en la provisión de servicios a nivel local es mucho más alta respecto a nivel regional”, dijo.
Finalmente, indicó que existe un alto sesgo hacia el gasto de capital físico. Explicó que en el caso de las regiones, las transferencias son discrecionales, pero también muchas veces están asignadas a fines específicos, lo cual habla de un “sistema desconcentrado y no descentralizado”.
“Es decir, los gobiernos regionales no pueden decidir exactamente en qué priorizar sus gastos, si no, ya tiene la transferencia con nombre y apellido; que tiene que ser gastadas para ciertos fines muy específicos. Sucede lo mismo en los gobiernos locales”, sostuvo.