Ricardo Gerardo Rodríguez Torres, es piurano y se relaciona con la vida más al ritmo de la marinera que del vals, dice. De esta manera explica cómo, en plena pandemia, lideró al equipo de Pixer Corp., una empresa dedicada a usar tecnología útil a personas con alguna discapacidad física, creando el primer brazo biónico con codo articulado en el mundo.
Ricardo perdió la noción del tiempo y una década de existencia le cayó encima en el 2020. Los esfuerzos que realizó Pixer Corp., empresa que dirige, para evitar una crisis y continuar produciendo prótesis de bajo costo para personas con discapacidad física, no tuvieron horario ni fecha en el calendario. Ese exceso le valió el apelativo de “Panda” entre los amigos, por las enormes ojeras que marcaron su rostro en esos días, y por ser “llenito”, recuerda.
“La familia Pixer” como se autodenomina el equipo, debía de cumplir su plan de expansión y crecimiento, que no pudo por la emergencia sanitaria.
“En qué podemos sumar, pensé. Me puse en contacto con colegas de España e Italia para saber qué se necesitaba para enfrentar la pandemia”. Ricardo pertenece a la comunidad 3D Medical Network, y pudo enterarse que los protectores faciales eran necesarios.
Todo ocurrió muy rápido en abril, no solo lograron crear el producto, sino que ayudaron a médicos y enfermeras de varios hospitales nacionales que tomaron contacto con él y le solicitaron su apoyo, al conocer que Pixer Corp. producía este implemento. La empresa joven, constituida el 2015, logró diseñar y fabricar con su impresora 3D más de 22,000 protectores faciales que iniciativas privadas financiaron por solidaridad.
Promesa inspiradora
Ricardo tiene 31 años y forma parte de una generación de peruanos, mujeres y hombres que tiene un claro sentido del “para qué”. Cambiar la vida de las personas mediante sus conocimientos es su visión. En esta coyuntura logró inyectar en el ADN de Stephany, Juan, Fabiola, Nelson y Luis Miguel, que era momento para “preocuparse en lo que Pixer Corp. podía ofrecer, más en qué podían hacer ellos por Pixer Corp.” El timón del barco siguió en sus manos.
Un especial recuerdo que guarda en su corazón nos acerca a las razones de esta entrega: la promesa que le hizo a su tío Pepe, un hombre joven al que siempre observó vital, sentadito en su silla de ruedas, juguetón con él, de que nunca le faltaría una movilidad para ir al doctor, pues una mañana varios taxis se negaron a llevarlos al centro de salud para su chequeo. Aquel día conoció la crueldad de la discriminación.
Este año, diversos usuarios les solicitaron prótesis biónicas con articulación de codo. No encontraron antecedente internacional sobre este dispositivo y se zambulleron nuevamente en otro desafío. Valió la pena. Ricardo reconoce que por ser piurano enfrenta las dificultades positivamente, porque su sintonía con la vida es más cercana a la marinera que al vals, sostiene.
“Creamos el primer brazo biónico con articulación de codo en el mundo, en cinco meses. Los peruanos tenemos capacidad creadora, pero debemos dejar de lado la fragmentación, los egos y aprender a trabajar colectivamente. Lo único que nos puede cambiar es la educación. Mi sueño es crear una nueva forma de enseñar para que el aprendizaje sea percibido de forma diferente”.
Para este inventor sería ideal que el Seguro Integral de Salud entregue las prótesis de Pixer Corp. para hacerlas accesibles a las personas con discapacidad, y ayude a la empresa a generar su sostenibilidad; pero también desea enmarcar en su casa el billete de S/ 100 con la imagen de Pedro Paulet, porque “se ha reconocido que creamos tecnología”.