Puede pasar, incluso, que la vacuna llegue ya cuando casi todo el país esté inmunizado. (Foto: AP)
Puede pasar, incluso, que la vacuna llegue ya cuando casi todo el país esté inmunizado. (Foto: AP)

Por Waldo Mendoza

Profesor del Departamento de Economía de la PUCP

Setiembre será recordado como el mes del quiebre de la curva de infectados por el covid-19 en el Perú. Como la salud de nuestra economía ha estado marcada por la epidemia y las políticas públicas para frenarla, podemos empezar también a ver, con otros ojos, siempre cuidadosos, su futuro.

El número de infectados y fallecidos diarios por el covid-19 se ha reducido fuertemente desde la tercera semana de agosto. Los cálculos del factor R, el número promedio de personas a los que un infectado puede contagiar, apuntan en la misma dirección.

Sin embargo, como las cifras oficiales de infectados y fallecidos por covid-19 están subestimadas, el dato más firme es el de los fallecidos por toda causa que reporta el Sinadef. Según esta fuente, con el fin de la cuarentena general y el reinicio de actividades económicas, en julio pasado, el número de fallecidos empezó a elevarse, y alcanzó un pico de 990 diarios a mediados de agosto. Desde entonces, la cifra ha descendido notablemente, hasta llegar a menos de la mitad en la tercera semana de setiembre. Como no existen factores inusuales distintos al covid-19 para explicar esta evolución de las muertes, podemos atribuirlas casi totalmente al covid-19.

¿Se mantendrá esta tendencia en las siguientes semanas? Según el viceministro de Salud Pública, no, pues cada vez tiene “menos dudas de que vendrá una segunda ola”. Me parece que está equivocado, pues las cifras sugieren, más bien, que cada vez hay más certeza de que no vendrá una segunda ola.

La clave es saber por qué se produjo el quiebre. Según los epidemiólogos, el factor R, que resume bien la evolución de la epidemia, puede descender por tres razones. Primero, porque cae la tasa de transmisión de la epidemia, sea porque desciende el contacto entre las personas o porque se reduce la probabilidad de contagiarnos. Segundo, porque se eleva el porcentaje de infectados que se recuperan. Tercero, porque se eleva la proporción de infectados dentro de la población total.

“La caída del PBI en este año puede ser menor de lo que yo pensaba. Las políticas de confinamiento están en retirada, hay un grupo grande de trabajadores inmunizados y el precio de las exportaciones no ha caído como se esperaba”.


Con el fin de la cuarentena general y el reinicio de las actividades económicas, la tasa de transmisión debe haber subido ligeramente, y no hay razones que sustenten un cambio de la tasa de recuperación. En consecuencia, una buena hipótesis de por qué se produjo el quiebre es que lo que cambió fue la proporción de infectados.

Para saber qué parte de la población está infectada debe hacerse un estudio de seroprevalencia, mediante encuestas a muestras representativas utilizando pruebas serológicas que miden la inmunidad, que permitan proyectar los resultados al conjunto de la población.

No hay estudios de este tipo para el Perú. Sin embargo, podemos aproximarnos a esta cifra con la información de los fallecidos por el covid-19 y la tasa de letalidad. La primera cifra la inferimos a partir del Sinadef, y la segunda, de los estudios internacionales

Según el Sinadef, el número de fallecidos por toda causa entre enero y marzo de este año fue de 350 personas por día. Sin covid-19, esa sería la cifra de muertos diarios que hubiésemos tenido a lo largo del 2020. Entonces, podemos estimar el número de muertes diarias por covid-19 como la diferencia entre los datos observados y las 350 personas por día. El resultado es que tendríamos actualmente alrededor de 80 mil muertes por covid-19, o quizá un poquito menos, porque puede haber fallecidos por los efectos colaterales del covid-19.

Por otro lado, numerosos trabajos señalan que la tasa de letalidad, el porcentaje de infectados por el covid-19 que fallece, es de alrededor de 0.5%. Si es así, por regla de tres simple, actualmente podrían existir alrededor de 16 millones de peruanos que han sido infectadas, 50% de la población total. Puede ser un poco más o un poco menos, pero este porcentaje debe ser el más alto del mundo.

El 50% tiene dos significados opuestos. Primero, es una muestra indiscutible de fracaso como país, pues hemos sido incapaces de contener la epidemia, y por eso tenemos el número de fallecidos por millón de habitantes de los más altos en el mundo. Segundo, suponiendo que el covid-19 inmuniza a los infectados, por un buen tiempo, estamos en la dirección de alcanzar la “inmunidad de rebaño”. Cuando una parte importante de la población está inmunizada, el factor R estará sistemáticamente por debajo de 1, y será muy difícil que el covid-19 siga propagándose. En estas circunstancias, puede pasar, incluso, que la vacuna llegue ya cuando casi todo el país esté inmunizado.

¿Cuáles son las implicancias de lo encontrado?

Primero, aun cuando ingresemos a la cuarta fase de la reactivación económica la reducción del factor R no se va a detener. Posiblemente la curva del R se aplane un poco por los mayores contactos personales que supone la cuarta fase, pero el efecto “porcentaje de infectados” va a prevalecer.

Segundo, la caída del PBI en este año puede ser menor de lo que yo pensaba. Las razones son tres. Una, las políticas de confinamiento están en retirada, por lo que habrá más trabajadores disponibles para el proceso productivo. Dos, hay un grupo grande de trabajadores inmunizados que puede trabajar libremente. Tres, nuestra principal conexión con la economía internacional, el precio de las exportaciones, no se ha caído como se esperaba.

Tercero, no hay que esperar que el efecto porcentaje de infectados haga todo el trabajo en la reducción del R. Sería mejor, en términos de la salud, que el porcentaje de infectados tienda a estabilizarse, esperando por la vacuna. Se habrían salvado miles de vidas.