CEO de Hermes y miembro de Es Hoy
En toda gestión exitosa siempre hay detrás un componente disruptivo. Una idea que cambia la perspectiva de todo y permite la evolución de un negocio. Esto se aplica muy bien al complejo universo de la seguridad y la administración de riesgos.
Cuando nacimos como Hermes, en 1985, comenzamos solo transportando dinero y metales preciosos. Éramos una empresa gestionada operativamente por ex marinos, profesionales que venían de una preparación enfocada en la logística de seguridad. A medida que fuimos creciendo, incorporamos nuevos servicios. Los clientes empezaron a demandar un modelo integral para el manejo de sus valores, tercerizando la administración del riesgo inherente en cada etapa, es así que construimos plantas para el recuento, clasificación y custodia del dinero, donde hoy confluyen las bóvedas de las instituciones financieras del país. Este nuevo modelo requirió un cambio de paradigma por nuestra parte, orientado a la productividad y eficiencia de procesos, potenciando la seguridad con nuevas tecnologías.
Debíamos desarrollar nuevas perspectivas de gestión, incorporando a profesionales de distintas especialidades, una decisión que creó sinergias interesantes entre el talento interno y las nuevas incorporaciones. Con la conformación de este nuevo equipo, logramos redefinir la visión del negocio, evidenciando en el mercado los beneficios de una solución integral articulada entre conceptos de seguridad, eficiencia y dinamismo en procesos.
De otro lado, el gran volumen de transacciones que manejamos nos obligó a darle una mayor robustez al área de Tecnología e Información (TI), con lo que sumamos a ingenieros de sistemas. Logramos potenciar el crecimiento de la empresa ampliando la cobertura nacional de nuestros servicios y demandando la incorporación de más personal, es así que nuestras áreas de gestión humana y comunicaciones se hicieron aún más relevantes. La llegada de más psicólogos, comunicadores y asistentes sociales permitió interiorizar esta nueva filosofía a toda la organización.
Así como ocurre en el sector privado, este enfoque podría ayudar a los organismos públicos en los que prevalece la formación institucional y donde difícilmente se incorporan profesionales de diversas especialidades, para apuntalar nuevos enfoques de gestión, manteniendo la esencia y relevancia de su propósito.
Por ejemplo, hoy en las municipalidades, el perfil que prima en asuntos de seguridad es el de formación policial. Pero ante al crecimiento y evolución de las necesidades de seguridad, trabajar un modelo de gestión centrado en un solo perfil y experiencia tiene sus limitaciones al momento de profesionalizar, mejorar u optimizar los servicios públicos de seguridad ciudadana.
Con un enfoque evolutivo, incorporando a expertos de distintos frentes y explorando las nuevas tendencias que funcionan en lo privado, el cambio es posible. Para ello hace falta una mejor planificación, metodologías ágiles, nuevas tecnologías y otras perspectivas de gestión. Estamos seguros de que, con un trabajo articulado entre Estado, empresas privadas, ciudadanía, y una mirada de gestión más moderna, lograremos reducir la inseguridad en la que hoy vivimos.