Analista económico
Cada semana que pasa, los principales países y regiones corrigen sus proyecciones de crecimiento y de inflación negativamente. Se va observando que EE.UU., China y la Unión Europea, por distintas razones, tendrán un minúsculo crecimiento y una alta inflación, durante el presente año.
El Perú no es ajeno a ese fenómeno. Hace sólo un mes atrás, el BCR consideraba transitorios varios factores que estaban provocando la alta inflación que hoy estamos experimentando, e indicaba que a fin de año se regresaría al rango meta de la institución. Estaba errado el BCR. Hoy va retrocediendo y ya menciona que la inflación en el Perú será alta por largo tiempo.
Para combatir sus desbordadas inflaciones, todos los bancos centrales del planeta están dando medidas similares. Es decir, apelan a subir sus tasas de interés de referencia y, en algunos casos como en EE.UU., comenzar a absorber los ocho billones de dólares lanzados al mercado en estos últimos años.
Esa receta para reducir la demanda, y así parar o morigerar la inflación, no resultará efectiva en esta ocasión. Al menos en el Perú. El BCR no tiene instrumentos contundentes para manejar la situación, es como cuando uno siente que se le ha salido la cadena de la bicicleta, pedalea pero no avanza.
Si el BCR sube la tasa de referencia, no bajará la demanda pues ésta ya está reducida por el desempleo, las secuelas del Covid-19 y la imposibilidad de mayor endeudamiento de las familias. Lo que si provocaría es una mayor inflación por los mayores costos financieros en las empresas, los que se trasladarían a los precios de los consumidores. Incluso también habría un cierre de muchas compañías ante la menor demanda.
Si el BCR mantiene la actual tasa de referencia, la inflación seguirá subiendo sin duda, pues hay factores externos que la impulsarán. Con la menor demanda mundial, varios sectores productivos locales sufrirán. Y los que podrían tener una buena época, el gobierno se está encargando de malearlos, como es el caso de la minería, siendo Cuajone y Las Bambas ejemplos resaltantes.
El incremento anunciado de las tasas de referencia de la FED podría ser el detonante para que cada país se aísle y defienda sus empleos y sus monedas. Este será otro elemento para que nuestro sol se devalúe, contribuyendo también a la mentada inflación. Asimismo, Las importaciones de productos y servicios costarán más con un dólar más fuerte, apuntando otra vez a una mayor inflación en el Perú.
La guerra Rusia-Ucrania está provocando consecuencias complicadas en el mundo. Por el momento el precio de los hidrocarburos seguirá alto por muchos meses, independiente del escenario en que termine este cruento episodio.
Un paliativo para la economía mundial es la disminución sustantiva de los estragos del Covid-19. Los contagios y las muertes en los últimos tres meses han disminuido en 75%. Sólo China está sufriendo mucho con este mal, con su política “Covid Cero”, al restringir extremadamente muchas actividades productivas, convirtiéndose en otro elemento para la contracción económica mundial.
La globalización sufrirá un menoscabo, al menos temporal, pues se podría conformar una división, Asia con su autoritarismo por un lado y los países occidentales desarrollados democráticos por el otro. Un nuevo orden mundial se aproxima. La turbulencia comercial, financiera y logística que ello podría originar es incalculable.
No es claro cuál lado escogería cada país, pues la mayoría tiene relaciones con ambas partes. Países marginales como el Perú estarían entre dos fuegos. La tendencia al surgimiento de China como nuevo líder mundial en el largo plazo será un tema latente a considerar.
En el plano local, con la pésima gestión del régimen de Pedro Castillo, la economía se está paralizando en muchos sectores. Múltiples ejemplos existen en la minería, salud, servicios públicos, transportes, turismo, agricultura, comercio y seguridad, que se van perturbando unos a otros, provocando más informalidad, pobreza, escasez y desempleo.
El Poder Ejecutivo, no atina, o no quiere atinar, a prevenir la generación de los múltiples complejos problemas nacionales, o al tratar de solucionarlos a su manera, los empeora. Un desastre tras otro, que se suma a la corrupción que campea en varios niveles del Estado. Todo un manual de cómo engendrar un caos en ocho meses.
El primer trimestre del 2022 el Perú pudo mostrar un crecimiento de 3.4% interanual, pero ello es un efecto estadístico al compararlo versus el primer trimestre del 2021, cuando hubieron serias restricciones por el Covid-19. El resto del año será de bajada constante pues tenemos vientos en contra, internos y externos.
El panorama económico es muy difícil, no se ve una salida razonable para evitar la estanflación anotada que parece será bastante dura, la cual estaremos pagando con la tuya y con la mía. Cada agente económico debe estar atento a resguardar su patrimonio y su ahorro, pues la mayor parte de los activos financieros y no financieros de las familias y del país sufriría una depreciación.