Rodrigo La Fuente, gerente de Negocios de Transelec
Cuando hablamos de una red de interconexión energética en la región, nos referimos a una importante estrategia de complementariedad entre países que puede traer un desarrollo tecnológico y sistemático significativo para nuestro continente. Sin embargo, lo cierto es que, en la actualidad, Latinoamérica solo puede hablar de planes y proyectos pendientes para lograr una verdadera integración energética internacional.
Si observamos el mapa de interconexiones eléctricas en Europa, encontramos un panorama lejano a nuestra realidad, con interconexiones a todo nivel. En Latinoamérica, en cambio, solo tenemos como casos de éxito las líneas de conexión entre Ecuador y Colombia y otras en algunos países de Centroamérica.
Aunque la geografía nos ha jugado en contra, es innegable que el desarrollo de un sistema de interconexiones en nuestra región es aún una tarea que cuesta consolidar, pero que tiene un importante potencial para el crecimiento de las naciones.
Lamentablemente, hemos dejado de ver con claridad los innumerables beneficios que da el tener una red de interconexiones internacionales y acuerdos de exportación e importación energética. Uno de los primeros puntos a destacar sobre este sistema es el factor vinculado a la seguridad de suministro. Vivimos en un mundo con consumidores empoderados que se acuerdan que tienen luz eléctrica cuando esta falla, lo que genera un contexto de demanda particularmente exigente que requiere un plan de respaldo.
La complementariedad energética entre países logra hacer frente a las deficiencias existentes en las alternativas de energías renovables. Hoy, estamos viendo uno de los escenarios más complicados en materia de cambio climático, por lo que la tendencia de energía sostenible debe ser complementada por una alternativa eléctrica que permita suplir el déficit en un contexto de creciente demanda. Mientras podamos construir sistemas robustos y bien interconectados, es posible generar la estabilidad suficiente para hacerle frente a variables como la intermitencia de las opciones renovables.
Estos factores configuran el futuro del acceso a la energía eléctrica en nuestra región, pero también evidencian las coordinaciones pendientes que tiene Latinoamérica para organizar una cadena de suministro energético sostenible. Es fundamental, por ejemplo, reconocer los desafíos a superar, como la armonía de intereses entre el sector público y privado, porque no siempre el impulso privado es suficiente para consolidar un acuerdo rentable (la experiencia con el proyecto de interconexión entre Brasil y Argentina es una muestra de ello).
En ese sentido, deseamos que, en el corto plazo, la estrategia de interconexión internacional deje de ser uno de los tantos temas en espera, tome forma y se concrete.