Profesor de la Universidad de Piura
La evidencia empírica en diversos países y épocas nos indica que primero tiene que existir crecimiento económico y, casi paralelamente, para que este sea sostenible, tiene que generarse desarrollo económico y social en la comunidad.
Si lo segundo no ocurre a un ritmo adecuado, se corre el riesgo de que la desigualdad de ingresos en la población, y sus consecuentes conflictos sociales, actúe como un freno a un mayor crecimiento económico. La mayoría de los países desarrollados han pasado por épocas de gran crecimiento del ingreso de la población en todos los segmentos sociales y de una gran inversión pública en infraestructura, que ha permitido que esas sociedades tengan un nivel de vida por encima del resto de países en el mundo.
Nosotros nos encontramos situados como un país de ingresos medianos, cuyo promedio esconde profundas desigualdades o brechas que deben ser solucionadas.
Dicho esto, la siguiente pregunta es ¿cuánto debemos crecer económicamente para acercarnos al nivel de vida de los países desarrollados? Nuevamente la evidencia empírica nos dice que un PBI per cápita de US$ 12,500 (las cifras varían dependiendo de si se toma el dólar corriente, constante o de paridad de poder de compra) nos situaría como un país que está produciendo una cantidad adecuada para toda su población.
Actualmente, el PBI per cápita de Perú, según datos de la OCDE, es de US$ 6,500; por lo tanto, si el año 2030 queremos llegar a tener la cifra propuesta deberíamos propiciar que este indicador crezca a una tasa de 8% anual. ¿Es viable este porcentaje de crecimiento? La respuesta es sí. Perú tiene todas las condiciones naturales para alcanzar esta cifra anual, pero se requieren políticas económicas estables y coherentes en el marco de un plan que tenga como meta el desarrollo equilibrado y sostenible del país.
Entonces, analicemos cuáles son los determinantes del crecimiento económico. Según una publicación de Raymundo Chirinos en el BCRP, estos serían los más importantes: capital físico e infraestructura, capital humano y educación, políticas estructurales (desigualdad), políticas de estabilización (ciclos, inflación), condiciones financieras, condiciones externas (términos de intercambio), instituciones (capital social), y geografía y población (ubicación, fuerza laboral).
Como se puede observar es una larga lista de condiciones para que el crecimiento y el desarrollo económico vayan de la mano. Añadiría, con nombre propio y separados, la inversión privada y la productividad (aunque ya están incluidos en unos rubros de la lista).
Lamentablemente, el Perú no cumple, desde hace años, con varias de las condiciones; y en los últimos tiempos, estas falencias se han incrementado. No entraremos al detalle de estas condiciones en este artículo, pero solo anotaremos que capital físico e infraestructura, capital humano y educación, y aspectos institucionales son las taras más importantes que aún no solucionamos.
¿Cómo esta nuestro crecimiento económico en esta complicada coyuntura nacional e internacional? Bastante menor de lo esperado. Luego de dos décadas (2000-2019) donde tuvimos tasas de crecimiento del PBI positivas (variando entre 2% y 7%), el 2020 tuvimos una caída de -11%, como consecuencia de la pandemia y sus efectos en la economía.
El 2021, debido a un efecto rebrote y a un crecimiento de la inversión privada de 37.6%, crecimos a una tasa de 13.3%. Para este año, 2022, las estimaciones, optimistas a comienzo de año, se han reducido significativamente hasta llegar al nivel de 3.4%, menor en 1.1% a la previsión inicial.
Las causas de este menor crecimiento coyuntural no las podemos explicar con las condiciones mencionadas anteriormente, que justifican más el crecimiento en el mediano y largo plazo, sino en causas políticas y de gestión pública, que impiden el crecimiento en el corto plazo. En el primer caso, la incertidumbre política afecta los planes de inversión privada, la cual se ha venido reduciendo desde diciembre del año pasado, como ya lo expresó Julio Velarde, presidente del BCRP. Y, en la segunda causa, el FMI alerta en su último informe sobre la ineficiencia del sector público peruano para ejecutar, de manera adecuada, la inversión pública.
Visto este panorama, es necesario que el poder ejecutivo dé muestras de una mayor coherencia entre el discurso y las medidas que se toma. Se habla de incentivar la inversión privada, pero se propone eliminar parcialmente la tercerización laboral y aumentar la Remuneración Mínima Vital; esto solo reducirá el empleo formal, precarizándolo, y creará problemas a las empresas en rubros como la agroexportación y minería, que son los principales impulsores del crecimiento del PBI.
Con un contexto internacional muy complicado, debemos tomar medidas que impulsen el crecimiento económico, si queremos realmente alcanzar un desarrollo equilibrado y sostenible para nuestra sociedad. Hay que cerrar las brechas económicas y sociales hacia arriba, no hacía abajo.