“Llamo desde este Gabinete a los empresarios de Colombia, de América Latina y el mundo a acudir al Perú para invertir sin ningún temor’', dijo el presidente de la República desde Colombia.
El problema es que tanto él como su gabinete son los que generan temor e incertidumbre, lo que no va a cambiar a menos que todo cambie.
La tercera ola del COVID, con todas sus variantes y el aumento exponencial de contagios, ha dejado en plano menor a la crisis política que vive el país.
Hacen noticia varios temas que se presentan casi aislados, como las presuntas irregularidades en Petroperú, la situación en Essalud, las cuestionadas decisiones en el Ministerio de Energía y Minas o en el del Ambiente, los problemas en el Ministerio del Interior con la Diviac y los prefectos, las dudas en el Ministerio de Educación sobre el retorno a clases y la Sunedu, y varios más. Y en realidad no son asuntos aislados.
Todo ello está íntimamente relacionado. Se trata de una gestión deficiente, improvisada, ejecutada por ministerios que actúan como compartimentos estanco sin coordinación y sin relación alguna. Y esto porque no existe un liderazgo superior que marque una ruta clara, con una visión de corto y mediano plazo, y que obligue a esa coordinación para que la gestión se convierta en un gobierno, una administración, y no en tantos gobiernos o administraciones como sectores hay.
A esto hay que agregarle que cada uno de esos sectores vienen siendo gestionados (es un decir) por personas que en su gran mayoría no han tenido ninguna experiencia en la administración pública, y en muchos casos ni en la privada, y que -por lo que hacen y por cómo lo hacen- parecen responder a intereses personales, políticos, o de grupos específicos.
El problema no son los sectores, no son los ministros que los encabezan hoy, el problema es el que todos ya conocemos: la conducción y la gestión del gobierno. El problema es el que ha nombrado a esos ministros ahí, y quien con su negativa a hacer todos los cambios necesarios, genera ese temor y esa incertidumbre que espanta e intimida a los empresarios, y a todas las personas que estarían muy dispuestas a invertir y a correr riesgos en el Perú, si el país tuviera un rumbo claro y consistente, y si estuviera gestionado por personas capaces, experimentadas, coordinadas, y con un norte definido.
¿Por qué hasta ahora el presidente sigue (¿boicoteando?) enrareciendo su propia gestión y no hace todos los cambios que debe hacer para lograr estabilidad política, y como consecuencia de esta, también económica?
No queda claro. Podría ser falta de visión política, o de capacidad en la gestión. Podría ser por el interés de continuar con un gobierno a su medida. También podría ser por cálculo político, buscando la oportunidad y los nombres para hacer cambios que lo beneficien ante una próxima campaña electoral regional y municipal, privilegiando su interés y futuro político personal y de grupo.
Puede ser cualquier cosa.