Lo que pasa hoy en el país tiene una génesis compleja como todo en el Perú. Pero ello no debe ser excusa para aceptar la ineptitud de nuestras actuales autoridades. Como sabemos el país creció muchísimo con la Constitución de 1993, aprobada mediante referéndum por la mayoría de peruanos.
Desde que entró el presidente Castillo jugó con la idea de hacer una nueva constitución. ¿Para qué? Nadie sabe. Sólo se sabe que Vladimir Cerrón, una nueva. Parecería que se busca modificar, el capítulo económico basado en retirar casi por completo al Estado de la actividad empresarial. A pesar del rol subsidiario que está consagrado en la Constitución del 93, a la fecha hay 35 empresas públicas bajo el ámbito de Fonafe, entre ellas empresas importantes como Sedapal y Electroperú y otras que, como Petroperú, lograron “salirse” de Fonafe y que se manejan políticamente, con los resultados que conocemos y padecemos.
Por ejemplo, el Estado no hubiera gastado más de 5000 millones de dólares en la Refinería de Talara sino una fracción de estos, para cumplir con las exigencias ambientales, pero, como sabemos, se hizo una nueva refinería, a pesar que nuestro país no tiene petróleo que refinar y deberá importarlo para que Talara tenga algún sentido. Si Petroperú hubiera seguido en Fonafe la refinería se hubiera modernizado y no se hubiera gastado ese monto que pagaremos los peruanos con nuestros impuestos.
Ello implica que si se hubiere insistido en el estado empresario tendríamos cada vez peores resultados y menor crecimiento. El INEI sostiene que el país ha crecido entre 1993 y 2019, en promedio anual, 4.8% con el capítulo económico de la constitución actual.
Por ello si estuviéramos frente a personas que supieran algo de políticas públicas o tuvieran algún plan de crecimiento concreto, lo que buscarían es llegar a los más pobres con empleo y no con un Estado administrando más empresas públicas y entregando bonos como si ello fuera una solución y no un paliativo.
Es la ineptitud de nuestros gobernantes, la división, el insulto y la polarización que intentan imponer en el país , lo que está llevando a los peruanos a pensar que este gobierno debe acabar ya. Cada día que pasa se destruyen más instituciones y ello es muy serio.
El Presidente ofrece mejorar su gobierno cambiando a sus ministros para lograr un buen gabinete y para ello usa a personas que se juegan su prestigio creyéndole al Presidente. Está demás decir que Hernando de Soto ha sido engañado, varias veces, por el Presidente y, hasta el padre Barreto ha sido usado por Castillo e insultado por el Premier. ¿Qué podemos esperar los peruanos de este gobierno? Nada. Quieren otra Constitución pero no saben qué quieren modificar de la actual y menos por qué.
Quieren una segunda reforma agraria pero no son capaces siquiera de resolver el problema de los fertilizantes; quieren imponer sus proyectos de ley al Congreso pero no son capaces de conversar con éste; la minería está paralizada y todos lo pagaremos a fin de año con menos impuestos para cubrir los gastos del Estado y por ello una mayor endeudamiento. Habrá cada vez mas pobres con menos educación y salud pero sobre todo, sintiendo que no hay políticas públicas para crear mas empleo y que las promesas del Presidente y su gobierno son puro palabreo.
¿Cómo crecemos como país? ¿Cómo somos menos pobres? Pero sobre todo, ¿cómo sanamos a nuestro país para dejar de lado la envidia y la polarización? Estas son las preguntas que debemos hacernos si queremos parar la destrucción de nuestro país. Y no, no podemos esperar.