Analista Senior de Control Risks.
La llegada de un presidente de izquierda al poder no es exclusiva de Colombia, pero si es histórica. El primer reto de Gustavo Petro como presidente de Colombia, será desmarcarse de sus pares latinoamericanos, quienes llegaron al poder prometiendo un mejor futuro y cuya luna de miel no duró lo suficiente para permitirles cumplir algunas de sus promesas de campaña.
Petro deberá demostrar que él sí puede pasar del discurso a los hechos, contrario a lo que ha logrado Pedro Castillo en Perú y Gabriel Boric en Chile. Que aquellas promesas que realizó durante su campaña se conviertan en reformas sociales y económicas realizables que impacten la vida de millones de colombianos y que se puedan cumplir en los próximos cuatro años.
Su principal limitante para poner en práctica dichas reformas serán los restringidos recursos públicos. Petro recibirá un país con un déficit fiscal récord del 6.8% del PBI. Una deuda pública del 57% del PBI registrada en enero de 2022 (en febrero de 2019 era 36%).
Acompañada de un contexto mundial complejo: una plausible recesión económica mundial; inflación disparada, la más alta de los últimos 21 años en el caso específico de Colombia; unos commodities con baja demanda; una invasión rusa a Ucrania cuyos efectos en las cadenas de suministro levemente se están viendo, donde uno de los graneros del mundo no estará en disposición de abastecer las altas demandas por alimentos en el mundo y un peso colombiano altamente devaluado.
Petro deberá concertar una propuesta de reforma tributaria lo suficientemente amplia para mejorar el recaudo fiscal, pero no tan ambiciosa como se ha planteado (entre 70 y 90 billones de pesos) que ahorque a los colombianos y que afecte la productividad de empresarios y empresas. Si lo hace, desconociendo la situación económica global, podría llevar a una fuerte desaceleración económica y una mayor pobreza.
Así mismo, Petro deberá lidiar con las altas expectativas que generó en sus seguidores, las exigencias de los sindicatos y demás grupos de interés que no solo apoyaron su candidatura, sino que movieron grandes recursos para asegurar su victoria.
Y su mayor reto: su propio equipo de trabajo. Hasta la fecha Petro ha nombrado algunos ministros, unos más radicales, otros más ortodoxos; lo cierto es que su gabinete se encargará de presionar al presidente por implementar una agenda más radical y en cabeza de su vicepresidente, Francia Márquez, se le exigirá que cumpla con su liderazgo y políticas de izquierda y que gobierne para lo más desfavorecidos. Esto traerá dificultades en la gobernabilidad y fracturas internas que propiciarán sus mayores retos.