Paola Del Carpio Ponce, Coordinadora de Investigación de REDES
El Perú llega a un nuevo aniversario de su independencia con indicadores económicos preocupantes y poco que celebrar. En el mes de mayo, nuestra economía sufrió su caída más marcada en los últimos 27 meses (-1.43%) y ya se vienen actualizando las proyecciones de crecimiento anual que incluso hacen ver un 2% como algo optimista.
Quizás cuando hablamos de puntos porcentuales se pueda pensar que se trata de cambios pequeños, pero el impacto de crecer tan poco sobre las familias peruanas no es menor. Tras la pandemia, el empleo ha venido precarizándose y, con un crecimiento económico inferior al 2%, no solo será difícil revertir este problema, sino que no se podrán generar suficientes empleos para la fuerza laboral que se incorpora año a año.
A esto se suma que, si bien la inflación viene al fin mostrando una tendencia a la baja, esta se mantiene elevada y por encima del rango meta del Banco Central de Reserva desde hace dos años. Esto está arrastrado en particular por el incremento de los precios de los alimentos, rubro en el cual gastan una mayor proporción de su gasto los peruanos más pobres. De hecho, cálculos de Diego Winkelried indican que en periodos de inflación moderada, esta nos afectaba a todos por igual, pero desde 2021 esta afecta con más fuerza a los peruanos en condición de pobreza, quienes ven el acceso a los alimentos cada vez más limitado y comprometen su seguridad alimentaria.
En efecto, la seguridad alimentaria es una preocupación importante en el país desde hace varios meses y va de la mano con nuestras dificultades para retomar la senda de reducción de la pobreza. Datos de este año del IEP nos indicaban que el 66% de los peruanos tuvieron que reducir el consumo de alimentos por el aumento de precios y que el 46% se quedó alguna vez sin alimentos por falta de dinero. Un reciente informe de Naciones Unidas da cuenta de que en el 2021 eran más de 8 millones de peruanos los que no podían costear una dieta saludable. Estos deberían ser datos suficientes para ver un mayor sentido de urgencia al que vemos en el día a día. Pero no es así.
Si bien el MEF espera una recuperación importante en el segundo semestre, existe incertidumbre respecto a lo que viene para la economía y no se esperan choques particularmente positivos. El fenómeno de El Niño traería efectos negativos sobre la agricultura, la pesca y la manufactura, sectores que ya están seriamente afectados actualmente por los factores climáticos. Al caso de la agricultura hay que sumarle el golpe de la deficiente gestión pública para hacer frente a la crisis de los fertilizantes. Actualmente, ya tenemos menores áreas sembradas y menor productividad de una serie de cultivos. Aunque el Banco Central no espera que los efectos del fenómeno de El Niño tengan un fuerte impacto en los precios de los alimentos, estos sí hacen más lento el camino de regreso al rango meta de inflación y, con ello, la lucha contra la pobreza.
Y de momento vemos que el incremento de la producción en minería ha amortiguado el golpe de la caída fuerte de otros sectores como la pesca. La mayor producción minera se explica principalmente al inicio de la operación de Quellaveco a fines del año pasado. Sin embargo, este efecto amortiguador es transitorio si no logramos impulsar la inversión minera, donde las proyecciones son negativas y en un contexto en el cual el sector ha venido perdiendo competitividad.
La recuperación es siempre posible –de peores condiciones se ha levantado el Perú–, pero el camino se ve cuesta arriba. A pesar de los importantes esfuerzos desde la cartera de Economía por impulsar la inversión pública, esta no es el suficiente motor para el vehículo que tenemos que empujar. Cabe recordar que casi 9 de cada 10 soles invertidos en el país corresponden a la inversión privada. Es decir, no habrá solución posible ni “milagro” repentino si no se trabaja en fortalecer la confianza, lo cual pasa por generar un ambiente predecible para que la inversión privada y la generación de empleos se dé.
En este escenario poco prometedor, hay mucha expectativa sobre lo que vaya a anunciar la presidenta este 28 de julio para superar los retos que ya enfrenta la economía y que podrían venir en los próximos meses. También es importante tener realismo y reconocer que muchos de los obstáculos que enfrenta y ha enfrentado nuestra economía en los últimos meses, más allá de los choques internacionales, sí han estado en nuestra cancha. Entender lo que hicimos mal y las oportunidades perdidas es fundamental para trazar un camino constructivo para salir a flote.