Ph.D. Profesor emérito del PAD
En las fiestas habrán consultado muchos tutoriales para preparar un exquisito pavo o un delicioso postre para la cena de Navidad. Logran unos resultados admirables, casi envidiables. Sorprende ver las facilidades con que cuentan: tienen todos los ingredientes de la mejor calidad, están todos juntos, a tiempo, en el lugar, esperando ser procesados. Y, claro, ¡el resultado es el deseado!
No nos pasa así en las empresas… Mucho menos después de este año y medio de desastres, desgobierno e incapacidad: ¡qué fácil se destruye y arruina!, pero, ¡cuánto tiempo y dinero tomará reconstruir! Sobre todo, cuánta armonía y paz se requieren y, especialmente, un buen y eficaz direccionamiento.
Las empresas no tienen “tutoriales” para esto; su labor es siempre de adaptabilidad: las cambiantes necesidades de los clientes, las variaciones de la economía nacional e internacional, y la competencia buena, leal y honesta. No puede ni debe haber “dark companies” en el sentido de oscuras, tenebrosas, sombrías y sospechosas.
El nuevo año se abre con un sorpresivo y refrescante halo de esperanza y optimismo, que hay que cuidar, sin bombardearlo con sospechas y dudas mezquinas. Para que aprendamos que lo malo no es para siempre y que muchas veces las cosas se tienen que descomponer del todo para arreglarlas.
Aquí planteo unas propuestas, partiendo de un reciente comentario de mi colega Marthans en Gestión: “Urge una nueva visión empresarial… Sin un cambio y nuevos compromisos del empresariado, no cambiará el Perú”. Coincido plenamente, y estoy convencido de que las empresas pueden —y deben— ser parte activa y preponderante de la recuperación que con urgencia se requiere.
Es imprescindible una estrecha colaboración entre el sector empresarial y el Gobierno, formando mesas de trabajo con todos los agentes involucrados; pero estos deben ser actores genuinos, no mercenarios ni mercantilistas; sin pretender medrar, sino aportar priorizando a los menos favorecidos; deben ser honestos y veraces. No es hora de hacer “think tanks”, sino de “do tanks”, o “action tanks”. Poniendo sobre la mesa pocas cosas, de corto plazo y rápido impacto y rendimiento, pero serias y focalizadas donde mayor sea la necesidad. Es hora de actitudes generosas, positivas, que sumen y no dividan; y a los destructores, mentirosos y cobardes dejarlos de lado. Decía el filósofo Jean-Paul Sartre: “Cada palabra tiene consecuencias; cada silencio, también”.
Y finalizo con una cita del reciente fallecido Benedicto XVI, hombre de Dios, que cobra ahora especial fuerza y actualidad: “El mundo te ofrece comodidad. Pero tú no estás hecho para la comodidad. Has sido hecho para la grandeza”.
Nos espera un gran año: pongamos ilusión y buen ánimo. ¡Feliz 2023!
Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor.