Escribe: Nancy Laos Cáceres, exministra de Trabajo y Promoción del Empleo.
Recientemente, se publicaron dos noticias aparentemente inconexas pero que están muy relacionadas. Por un lado, el gerente de operaciones de Cosco Shipping, Carlos Ortiz, anunció que el Puerto de Chancay ha lanzado una convocatoria de personal para la etapa inicial del Megapuerto, buscando que el 80% sean habitantes de Chancay y el 20% de Lima. Por otro lado, la Cámara de Comercio de Lima dio a conocer que el número de “Ninis” (jóvenes que ni estudian ni trabajan) en Perú llegó a 1.5 millones, creciendo un 3% respecto al año anterior, de un universo de 8 millones de jóvenes en la PEA. ¿Será posible que el puerto de Chancay beneficie el empleo de los jóvenes? ¿Estamos preparados?
Es claro que nuestro desarrollo portuario se ha activado en los últimos años, lo que puede convertirse en una noticia positiva en el empleo si se aplican buenas políticas en educación y trabajo. Tenemos no sólo el desarrollo del Puerto de Chancay sino también millonarias inversiones anunciadas en el Muelle Sur por DP World y, próximamente, en el Puerto de Corío en Arequipa. También la reciente alianza estratégica de SIMA con la coreana Hyundai Heavy Industries para la construcción de naves industriales para desarrollar una industria naval local.
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Según el MEF, el Perú podría convertirse en una potencia portuaria en la región pues tendremos a fin de año el puerto más grande de la región (Chancay), que se sumaría a los Puertos de Paita, Salaverry, Callao y San Martín, convirtiéndonos en un “hub portuario de la costa del Pacífico Sur”, lo que generará una demanda potencial para nuevos servicios y empleos. El desarrollo portuario requerirá de miles de profesionales calificados en comercio internacional, tecnología portuaria, ingeniería naval, operación logística, mecatrónica, ingenieros de sistemas, y muchos técnicos de mecánica, de sistemas y personal administrativo en general.
En paralelo, una reciente encuesta de Manpower revela que el 70% de las empresas consultadas señalan que tienen problemas para encontrar talento profesional, es decir, mano de obra calificada. Por ello, es válido preguntarnos: ¿Habrá esperanza real de empleos para los jóvenes en estos megaproyectos? ¿Habrá suficiente mano de obra calificada en las zonas de influencia? ¿Se podrá contratar al 80% de trabajadores de la zona? ¿El Ministerio de Trabajo y el de Educación están trabajando alguna política pública a favor del empleo de jóvenes en este y otros megaproyectos?
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Si miramos la oferta laboral joven del país (15 a 29 años), tenemos varios problemas. Por un lado, existe una alta informalidad y desempleo. La tasa de desempleo juvenil es 3 veces mayor que en los adultos. En el caso de los jóvenes que trabajan, el 79% labora en empleos informales y precarios, sin beneficios. Los Ninis por su parte ya son 1.5 millones al 2023, cerca del 20% de la población juvenil nacional, habiéndose incrementado por la pandemia, la ola migratoria, el crecimiento del embarazo adolescente y la caída del PBI.
Otro problema, igual de grave, es la inadecuación laboral en los jóvenes que estudian y buscan empleo. Las carreras que estudian los jóvenes no necesariamente responden a lo que necesitan las unidades productivas del país. Por eso, muchos jóvenes trabajan en labores distintas a las que estudiaron. En el caso de los universitarios, la tasa de inadecuación llega al 54% mientras que en los institutos técnicos llega al 65%. No es posible que nuestros jóvenes sigan estudiando carreras no demandadas o que tengan que trabajar en puestos para los que no han estudiado.
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Esto revela la necesidad de retomar como política pública la vinculación de la oferta laboral con la demanda. Un tema que se hizo en el pasado y podría retomarse son las encuestas de empleo y las mesas técnicas de oferta y demanda laboral que había en el MTPE, con el MINEDU y el sector privado. En estas mesas, las empresas y el MTPE informaban sobre las demandas reales de mano de obra para que la educación de los jóvenes se adecúe a estas necesidades. El MINEDU, por ejemplo, debía adecuar rápidamente los contenidos curriculares a las necesidades del mercado. Esto debería retomarse.
Por otro lado, cada vez más empresas se quejan de la falta de habilidades blandas de los jóvenes. Estas habilidades están muy descuidadas como política pública, siendo muy relevantes. No es un tema menor. En la práctica, para que un joven se quede en una empresa no sólo es necesario “su cartón” sino que sea un buen trabajador. Esto supone desarrollar habilidades de comunicación, trabajo en equipo, empatía, manejo de emociones, entre otros.
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Las consecuencias de problemas no abordados o políticas no continuadas las pagan los jóvenes que estudian carreras que no ejercerán, o que trabajan en la informalidad o que migran en busca de nuevos horizontes. Es fundamental no retroceder en las buenas políticas: educación de calidad, empleo juvenil, potenciar la formación técnica, calzar oferta con demanda, habilidades blandas, incentivos al contrato de aprendizaje, entre otros.
Es prioritario tomar el toro por las astas para que la buena noticia del desarrollo de los megaproyectos portuarios y la mala noticia del crecimiento de los Ninis en el mercado laboral generen los cambios urgentes que necesitamos.
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