Director periodístico
¿Hace lo suficiente la empresa por el país? Criticamos con frecuencia sus defectos (lo que hace mal), y apuntamos a su ausencia y a sus oportunidades (lo que no hace, pero ‘debería’ hacer). Somos duros con ella, incluso desde adentro. Y repetimos que, en su apuesta por un propósito, debe desarrollar un vínculo fuerte con la sociedad –su principal stakeholder– y preocuparse no solo por generar utilidades para sus accionistas, sino también por compartir valor, más allá de pagar sus impuestos o brindar empleo de calidad.
Suena bien, ¿pero es poco lo que ya hace la empresa, así, en lo esencial? La pregunta –que parafrasea a la anterior, pero le da otro sentido– me la lanza Javier Texidó, CEO de Nestlé para Perú y Bolivia, en un descanso del Cade, en Paracas. Y remata: ¿no deberíamos comunicarlo mejor?
Saco números a mi vuelta. El sector privado le brinda trabajo con todas las de la ley a 3 millones 856 mil trabajadores: es el garante del 71% del empleo formal, con un salario promedio de S/2,591, según cifras oficiales a julio. En cuanto a impuestos, en pandemia se viralizó más que nunca un cuadro del “El club de los deudores” o las empresas que más ‘le deben’ al Estado por controversias judiciales acumuladas por décadas, cuyo top ten sumaba S/14,511 millones en mayo. No es posible decir que es poco, pero sí que es menos de la décima parte de la recaudación tributaria que alcanzará este año la Sunat (S/158,000 millones, según la proyección del MEF), cuyos principales contribuyentes son las grandes empresas, muchas de las cuales figuran en la lista por ejercer su justo derecho a reclamo.
Entonces, ¿es poco lo que hace la empresa? No. Y quizás, como sugiere Texidó, lo que le hace falta es comunicarlo mejor. Recuerdo entonces al CEO de una gran empresa que, tras una campaña de lucha contra la anemia, me confió que había invertido lo mismo en las acciones que en su comunicación (“por cada sol a un lado, un sol al otro”, me dijo). Sin duda, una inversión así mejora el impacto positivo en la reputación. Y habría que preguntarse si es la fórmula necesaria ante la generalización maniquea de que la empresa hace poco o nada por el país.
Pero si así fuera, y basta con pagar impuestos y brindar empleo de calidad, además de comunicarlo mejor, ¿para qué sacrificar ganancias en más? Tomo lo dicho por Mariana Rodríguez Risco –referente del capitalismo consciente– a RPP, en CADE: “No hay trade-off. En el valor compartido no tienes que sacrificar valor económico para generar progreso social. Y el cielo es el límite, porque en la medida en que brindas una solución a través de tu modelo de negocio y generas rentabilidad, la empresa tiene los incentivos para escalar esa solución”. Texidó coincide plenamente con ella: también es su camino.
El país se sostiene por la acción privada. Y es cierto que, aunque el aporte de la empresa parezca insuficiente, no es poco. Su siguiente paso, sin embargo, es la integración con el propósito: una apuesta que la sacará, finalmente, de la ecuación.