Presidenta de la Sociedad Nacional de Pesquería
El Perú nos necesita más unidos que nunca. La situación económica y sanitaria por la que atravesamos y que se refleja en la pérdida de la vida de 400 peruanos diariamente, nos debería llevar a una profunda reflexión de las políticas que deberíamos implementar de inmediato para frenar esta situación, así como recuperar los miles de empleos perdidos. Como se sabe, en el 2020 se perdieron más de 2 millones 200,000 empleos a nivel nacional como consecuencia de la pandemia, según INEI.
Aunque pareciese una verdad de Perogrullo, el único camino para revertir esta situación es que el sector público y el sector privado comiencen a trabajar de manera conjunta, sin recelos ni desconfianzas que no conducen a nada y donde se dicten, además, políticas públicas coherentes y conducentes al desarrollo del país, dejando atrás los sesgos ideológicos que solo nos condenan al fracaso.
Sin embargo, lamentablemente y aunque resulte inverosímil, ello no estaría ocurriendo en la actualidad. Así, al sector pesquero, que ha sido uno de los motores de la economía en plena pandemia, el gobierno decidió, sin ningún argumento técnico, cortarle las aletas y las branquias.
Como lo hemos comentado reiteradamente, el sector pesquero contribuyó el año pasado y en plena pandemia con más de US$ 2,800 millones de en divisas gracias al esfuerzo conjunto de tripulantes, personal de planta y empresarios que pusieron el hombro para sacar adelante la primera y segunda temporada de pesca de anchoveta.
Este año, con una biomasa comprobadamente saludable de alrededor de 10 millones TM y con condiciones climatológicas favorables, pensamos que, gracias a la primera temporada de pesca de anchoveta de este año, el aporte del sector pesquero sería aún mayor, ya que se esperaba una cuota de por lo menos 3 millones TM, lo que representa aproximadamente 30% del recurso, dejando un 70% del mismo para fines de reproducción, es decir, más de lo que las reglas de sostenibilidad exigen, que es el 65%.
Sin embargo, sin ningún sustento, Produce sólo otorgó una cuota de 2.5 millones TM con lo que todos los peruanos hemos perdido más de s/ 500 millones en divisas, que hubiesen servido para comprar 1,100 plantas de oxígeno medicinal, 2 500 camas UCI y/o 5 millones de dosis de vacunas. Hoy los peruanos carecemos de las tres cosas.
Pero ello no es un hecho aislado. Hace unos meses también alzamos nuestra voz, toda vez que, sin argumentos técnicos, Produce decidió no ampliar la cuota de jurel a la flota Industrial. Esto trajo como consecuencia, que se dejen más de 30,000 TM en el mar, perdiendo el Perú millones de soles en divisas, pero, sobre todo, empleo de calidad para los pescadores. Lo más inverosímil en este caso fue la razón que se expuso para no ampliar la cuota: abastecer los mercados con jurel barato. Así, se castiga a la flota industrial por proveer de un recurso altamente nutritivo a la mesa popular a precios accesibles.
Finalmente, podríamos ser una potencia atunera como lo es Ecuador y una potencia acuícola como lo es Chile. Ambas industrias son altamente intensivas en mano de obra y además permitirían la seguridad alimentaria del país. Sin embargo, importa poco a nuestras autoridades impulsar estas industrias. A la primera, porque dogmas sacrosantos e inamovibles de funcionarios impiden su desarrollo y en el segundo caso porque en el Congreso ni siquiera se tomaron la molestia de analizar las consecuencias que generaría la derogatoria del régimen agrario sobre la acuicultura; situación que pese al tiempo transcurrido no ha sido corregida.
El Perú es un país maravilloso, bendecido con uno de los mares más productivos del mundo. Lástima que en estas circunstancias las políticas del hortelano sean las que primen, donde ni pescan ni dejan pescar.