Profesor investigador de Centrum PUCP
La casi permanente crisis política en la que está sumido hoy nuestro país origina una serie de situaciones adversas visibles como es la inexistencia y/o discontinuidades de políticas públicas, problema que tiene consecuencias más graves, cuando aún todavía estamos inmersos en los efectos directos de la pandemia covid-19 en el Perú, siendo los más visibles los efectos adversos sobre la economía y sobre la salubridad. Sin embargo, si reparamos con más detenimiento, se han producido además afectaciones adversas sobre sectores tan fundamentales para la vida ciudadana como es la educación. Veremos a continuación algunos indicios de esto último, afectación poco referida, pero no por ello menos existente.
Los efectos adversos de esta pandemia más conocidos sobre la economía son varios, pero los más visibles quizás fueron la recesión de -11.2%, la generación de más de 2 millones de desempleados, el deterioro de las cuentas fiscales y la retracción de la inversión. En lo que respecta a la salubridad el dato directo más visible son los más de 200,000 fallecidos en los dos últimos años, al margen de las diversas secuelas en salud que aquejan a los que padecieron la enfermedad: Menor suficiencia respiratoria, inestabilidad emocional creciente, etc., asuntos casi ignorados en la discusión pública, dicho sea de paso.
Pero sin duda -a pesar de su ausencia en primeras planas- ha ocurrido la mayor afectación negativa en la historia de la educación en el país definido por el cierre masivo de escuelas en todos los niveles educativos y afectando a 8´175,000 escolares. A pesar de buscar paliarse la falta de educación presencial a través de la educación en línea, el impacto adverso sobre la calidad educativa (sobre todo en la educación pública) fue lo predominante, la denominada “pobreza de aprendizaje”. Se ha promovido en estos 2 años de educación no presencial a escolares que no pudieron adquirir las competencias correspondientes a sus grados, siendo las pérdidas de aprendizaje mayores para los estudiantes más desfavorecidos.
Los factores que explican estos resultados son diversos: Desde la falta de preparación de docentes y estudiantes en el uso de la informática como herramienta para el aprendizaje, la falta de infraestructura tecnológica, hasta la falta de planes anteriores para desarrollar esta opción educativa.
Urge, por tanto, acelerar el proceso de nivelación en calidad y cantidad de las competencias que debieran tener nuestros estudiantes. Existe mucha casuística en cuanto a prácticas y evidencias de experiencias internacionales positivas que van surgiendo y que podríamos replicar, reduciéndose en el tiempo nuestra curva de aprendizaje como país en estos temas, pero una condición necesaria, aunque no suficiente (porque se necesita capacidad de gestión también) para ello es la disponibilidad presupuestal. Esto último nos lleva al fundamental tema de la existencia de políticas públicas. ¿Existen ahora en el país?
En nueve meses se han tenido cuatro gabinetes y más de 50 ministros de Estado, y como sabemos cada ministro llega al sector con su equipo propio de funcionarios de confianza, originándose (producto de sucesivos cambios) discontinuidades en la gestión sectorial, si a eso le agregamos la falta desde el principio de un claro Plan de Gobierno de la administración entrante, todo ello configura la incertidumbre actual, acrecentada además por un continuo ruido político, inflación creciente, marginal crecimiento económico y del empleo, inoperancia en provisión de servicios públicos en cantidad y calidad requerida por los ciudadanos. ¿Hay margen hoy, para definir diagnósticos y correctivos frente a estos problemas, esto es establecer Políticas Públicas plausibles? ¿Hacia dónde va nuestro querido país?